lunes, 27 de octubre de 2014

XII


―Tienes que tener más cuidado, Lexy― dijo preocupada, presionando la bolsa de hielo contra la mejilla inflamada de su hija―No es la primera vez que te golpeas ensayando para el escuadrón.
―Lo sé, Ma. Prometo tener más cuidado―le sonrió débilmente.
Su mamá la observó atentamente, si bien, su sentido de madre que algunos llamarían sexto sentido en las mujeres, le indicaban que esa sonrisa era  forzada, podía ver la tristeza de su hija reflejada en el iris azul, que siempre parecía eléctrico, ahora completamente apagado.
Sabía que algo no iba bien, y desde meses atrás se había percatado de ello. Lexy podía tener la misma actitud vivaz, jovial y porque no, risueña que tanto la caracterizaba, pero había momentos en que su luz se apagaba por completo y su madre, se daba cuenta.
― ¿Estás segura que es por ensayar esos moretones en tu cuerpo? He visto varios, Lexy… esto no tiene que ver con ese chico…Greg, ¿Cierto?
Lexy la miró sorprendida y extrañada al mismo tiempo, un ligero miedo recorrió su estómago. ¿Cómo su madre sabía que seguía con Greg? Se suponía que ella ya no lo había visto desde hace meses, o bueno, se suponía que su madre creía eso.
― ¿Cómo es qué-
―Lucy me lo dijo.
Lexy negó completamente enojada, se suponía que era un secreto.
―Es una chismosa―se quejó.
―Me lo dijo porque está preocupada por ti, cariño. Y no voy a castigarte, porque sé que si te prohíbo estar con él, vas a verlo a escondidas y no quiero eso. Prefiero que me tengas confianza…sólo quiero saber si está todo bien con él, ¿Te respeta? ¿Te trata bien?
Lexy mordió su labio nerviosa mirando a su madre, su rostro lleno de preocupación.
―S-sí, estamos bien―mintió―No tienes por qué preocuparte― sonrió forzosamente, tratando de quitar tensión a la  situación.
―Bueno, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿Cierto?
―Claro que sí, Ma. Enserio, todo está bien. Quita esa cara―dijo ahora más alegre y la abrazo fuerte, cerrando los ojos, sintiendo el apoyo y amor que necesitaba.
Lexy subió a su habitación, apenas eran las seis de la tarde pero de todos modos sacó su pijama junto con ropa interior limpia. Tomó las prendas y salió al pasillo para dirigirse al baño. Cerró la puerta y comenzó a llenar la tina, mientras escuchaba el agua correr y llenar la tina se miró frente al espejo encima del lavamanos. Estaba pálida, más pálida de lo normal y parecía como si quisiera llorar, realmente quería. 
―No, se te hincharan los ojos y te verás horrible― se dijo para sí misma cubriendo con sus manos  el palidecido rostro, arrastró las manos sobre su piel hasta descubrir el rostro de nuevo y suspiró. ―Eres bonita, demasiado bonita como para arruinar tu rostro con estúpidas lágrimas―volvió a repetirse, Lexy era sensible y la única forma de sentirse fuerte, era mediante su belleza, era su arma más letal, la cual conocía y sabía manejar a la perfección, al mismo tiempo que era irónico, se preocupaba tanto por aquellas lágrimas que derramaba e hincharían su rostro momentáneamente, que por los golpes que recibía constantemente de su novio.
No tenía sentido, al igual que su relación con Greg. No tenía sentido.
Se deshizo de su atuendo y se sumergió en la tina. Cerró los ojos disfrutando del agua tibia, relajándola al máximo.
Pensó, pensó mucho. Sobre Greg, en cuanto se había dejado humillar por sentirse culpable, y en realidad, había creído que se merecía todo aquello. Él se lo repetía constantemente, para justificar su maltrato hacia ella, su abuso no solamente físico, si no, psicológico. Miles de palabras horribles, insultos, son cosas que Lexy jamás olvidaría. Pero no podía dejarlo, ella no se sentía con ese derecho, además, tenía miedo de como Greg podía reaccionar. ¿Hasta dónde llegaría su violencia si ella lo dejaba?
El hecho de que fue prácticamente violada por aquél chico que se decía ser el mejor amigo de Greg la había marcado y perturbado, y aunque no recordara nada, para ella era mejor así, el trauma seguía presente y ese hecho jamás en su vida podría salir de su mente atormentándola para siempre.
Eso la aterraba aún más.
Suspiró, tratando de borrar todo aquello aunque fuese mientras tomaba aquel relajante baño.
Entonces la única cosa  emociónate que pasaba o que `pasaría en su vida desvaneció el ceño fruncido y elevó las mejillas debido a la sonrisa que se había extendido en su boca.
El profesor Styles.
De tan sólo imaginárselo, como lo ponía nervioso, como le provocaba erecciones, la hacían morder el labio  ansiosamente y olvidarse por completo de Greg.
Si hubiera sido cualquier profesor, le daría igual, incluso asco, pero no era cualquier profesor. Era Harry Styles, aquéllos ojos verdes no grandes pero tampoco pequeños, sus labios en forma de corazón siempre se mantenían a margen en su color rosado vibrante que provocaban en Lexy unas ganas de devorarlos.
La forma en que sonreía, sus hoyuelos, las pequeñas arrugas en sus ojos cuando su sonrisa era demasiada amplia, su cabello, a veces despeinado, sus manos, las venas en sus manos extendiéndose  a sus brazos, su cuerpo, su altura. Todo en él le encantaba, le fascinaba.
Y sería realmente toda una placentera experiencia poder seducirlo hasta el punto en que le cueste incluso respirar en la misma atmósfera que ella. Hasta el punto en que su cuerpo y su deseo sean más fuertes que su estúpida moral y principios.
Iba a ser un placer, en toda la extensión de la palabra, destruir al profesor Styles.
En el buen sentido, claro está.

*

― La cena estuvo deliciosa, nena―le dijo Harry besando sus labios ligeramente mientras  le ayudaba a recoger los platos.
―Me alegra que te gustara―contestó Kim con una leve sonrisa.
Una vez que Kim terminaba de lavar un plato o vaso, se lo pasaba a Harry para secarlo, este lo hacía y lo guardaba. Repitieron el mismo patrón hasta que todo estuviese limpio.
―Ve a la sala, voy en un momento―murmuró besando su frente y Kim dejó la cocina.
Harry suspiró, buscó con su mano en el bolsillo interno de su saco, al sentir la dureza del objeto, regresó su mano al costado. Abrió las puertas de cristal de la alacena  para sacar dos  copas junto con el destapa-corchos, después abrió la nevera y extrajo el vino que había traído en la tarde para disfrutarlo con Kimberly. En una mano sus dedos sostenía las copas y en la otra la botella fría de vino.
Inhaló y exhaló moviendo sus hombros, tratando de relajarse.
Comenzó a caminar hacia la sala, quedándose en la entrada de esta, Kimberly estaba de pie frente al componente, su dedo índice presionando el botón el cual cambiaba de canción. Harry la observó  de los pies a la cabeza. Dejando ver sus bronceadas piernas, su cabello dorado en largas ondas cayendo por su espalda. Dejó de cambiar cuando apareció una canción que, al juzgar por como movía las caderas suavemente al ritmo, le gustó.
Harry sonrió ampliamente, la rubia  se giró sobre sus pies y enseguida sus ojos miel conjugaron con los verdes de Harry e imitaron su sonrisa.
Ella era preciosa, vaya que lo era.
Harry se sentía un hombre afortunado y no por el simple hecho de su belleza, si no, que era una mujer carismática, bondadosa, dulce como el azúcar, comprensiva. Todo lo que un hombre pudiese querer de una mujer para una relación formal, seria.
Sin embargo, no entendía porque ella no podía ser  la dueña de todos sus deseos, de todas sus fantasías sexuales y pecados.
Podría formar parte de algunos, pero si bien, él sabía que la única que gobernaba aquellos deseos eróticos era Lexy Vane, sólo ella, nadie más.
Jamás, en sus treinta y cuatro años de vida había deseado tanto a alguien…todo era tan extraño. No sabía cómo una niña de dieciséis años podía ejercer  ese magnetismo sobre él, era impresionante.
Se odiaba  a si mismo por ello, le repugnaba tener esos pensamientos sobre ella al mismo tiempo que le volvían loco y agitaba su interior.
Era una mezcla de inexplicables sentimientos.
Oh Kimberly, si tan sólo ella pudiera ser la que ocupara todos esos pensamientos, sería la mujer perfecta para Harry.
Kimberly caminó hacia Harry, cuando estuvo frente a él envolvió sus brazos en su cuello y presionó sus labios contra los de él con fuerza. Harry sonrió contra los labios de ella y abrió la boca para recibir el beso apasionado.
Tenía que concentrarse en ella y olvidar de una maldita vez las ganas que tenia de follar a Lexy Vane como si no hubiera un mañana.
No importaba cuánto la deseaba, mientras él pudiera, jamás dejaría que aquello sucediera.
Tenía que reafirmar lazos con Kimberly y volver su relación más fuerte, justo por eso habían cenado juntos.
―Vamos―murmuró Harry, ambos se sentaron en el sofá y Harry colocó las copas y vino en la mesa del centro. Abrió la botella de vino con el destapa corchos, vertió el líquido embriagante dulce en ambas copas.
Le extendió una a Kimberly, ella la tomó con una sonrisa.
―Por nosotros―dijo la rubia.
―Por nosotros, nena―chocaron ambas copas y enseguida las llevaron a sus labios. ― ¿Qué tal?
―Esta delicioso, Harry.
― ¿Si? Es nuevo, Gemma lo mandó, es la prueba.
―A sí que… ¿No ha salido a la venta?
―No aún, tenía que probarlo primero.
 ―Es delicioso pero no empalaga en lo absoluto. Será un éxito.
―Eso espero.
La gran fortuna que el padre de Harry había dejado a cargo de él y su hermana mayor, se debía a que, la familia Styles, era dueña de viñedos en Londres, con una de las marcas más prestigiadas del país y del mundo. Había dejado el negocio y fortuna familiar a sus dos hijos, pero a Harry no le interesaba dedicar su vida a los viñedos y los negocios que estos conllevaban, lo cual era todo lo contrario con Gemma. Así que ella se hizo cargo de la mayoría del negocio y fue como Harry pudo ejercer su carrera. Él sólo aprobaba los vinos, leía los informes y claro, recibía sus comisiones. Sus muy altas comisiones.
―Quiero hablar contigo sobre algo muy importante, Harry.―dijo Kimberly en un tono más serio.
― ¿Sí? Qué bueno que lo dices porque yo también.
―Oh, ¿Qué querías decirme?
―No, tu primero―dio el último sorbo a su vino y colocó la copa en la mesa.
―Buena…yo, tengo que viajar.
Harry frunció el ceño.
― ¿A dónde?
―A parís, con mi jefe. Tiene un proyectó allá y como asistente tengo que acompañarlo.
―Yo, no me esperaba esto. ¿Cuánto tiempo?
―Cinco o seis meses.
―Eso es demasiado tiempo, Kimberly. ¿Por qué no me lo habías dicho? ―elevó un poco la voz, la cual mantenía su tono de sorpresa pero algo más agresivo.
― ¡No lo sabía! Me lo dijo esta mañana. Es mi trabajo, Harry.
―Lo sé pero, eso es demasiado tiempo.
―Lo sé, lo sé. Créeme, no quiero ir pero tengo que. Pero por es quiero saber si vamos enserio, si yo…podré estar segura que al regresar tu seguirás a mi lado. Necesito algo que me dé la certeza que nuestra relación no acabará o cambiará.
―Tú sabes que vamos enserio, te lo he dicho muchas veces―murmuró levantando la barbilla de ella con sus dedos para acercarse a su rostro. ― ¿No es así?
 ―Sí, es sólo que…eres un hombre increíble, apuesto. Alguien puede atraerte en esos meses sin mí, cualquier chica se te puede ofrecer y tú…
―Y yo no haré absolutamente nada. Eres mi novia, Kimberly. Te respeto y no quiero a nadie más pero ¿Sabes qué?, tienes razón. Necesitas algo que te aseguré que seguiremos juntos, es por eso que compré esto.
Harry sacó la caja del  interior de su saco y vio como los ojos de Kimberly  brillaron con nerviosismo, la miró con una sonrisa procediendo a abrir la caja. En esta, aparecieron dos anillos de oro brillantes, sin ninguna piedra preciosa o algún diseño, simplemente dos aros de oro preciosos.
―Mandé a que grabaran mi inicial en el tuyo y tu inicial en el mío― murmuró y sacó el más pequeño. Le enseño de cerca y Kimberly vio la pequeña “H” grabada. Tomó su mano izquierda y le colocó el anillo en el dedo anular.
Ella soltó una risilla tonta, tratando de silenciarla tapando su boca con la otra mano. No podía creer que Harry estuviese haciendo esto.
Cuando terminó de colocarle el anillo besó sus nudillos. Kimberly se apresuró a  tomar el otro anillo y comprobó que estaba la “k” grabada. Deslizó el aro de oro en el dedo anular de Harry y apena lo hizo se abalanzó sobre él para llenarlo de besos expresando su gratitud y felicidad.
―Con esto, siempre recordaremos que no importa si estamos lejos el uno del otro. Tú me perteneces y yo te pertenezco a ti― Habló su ronca voz contra los labios de ella.
Kimberly lo abrazó fuertemente, hundiendo su rostro en el pecho de Harry.
Él la rodeó con sus brazos, colocando sus manos en su espalda.
―Te amo, Harry―susurró apenas.
Harry se quedó callado y tieso. Era la primera vez que ella le decía aquello, y se decepcionó. No de Kimberly, si no, de él.
Porque, por más que quiso decirlo de vuelta, aquellas dos importantes palabras jamás salieron de sus labios.
*
Lexy estaba frente al espejo en los sanitarios de mujeres de la escuela. Al lado de ella se encontraba Valery, quien le platicaba sobre la cita que había tenido el fin de semana. Lexy la escuchaba mientras aplicaba el brillo labial inclinada hacia el espejo.
Acomodó su cabello moviendo las raíces con los dedos para dar más volumen.
― ¿Por qué te tardas tanto Lexy? Llevamos aquí como quince minutos―Se quejó Valery poniendo los ojos en blanco.
―Sólo hago tiempo para mis asesorías con el profesor Styles, además quiero verme lo mejor posible―dijo sacando un poco la lengua y mordiéndola con una sonrisa.
 ―Ay Lex―rió― ¿Tu enserio crees que podrás tirártelo?
―Claro que sí. Con paciencia y empeño. Aunque sinceramente, no lo veo tan difícil, se le para con tan sólo verme―carcajeó.
―Dios, ya me imagino. Es muy apuesto Lexy, así que no te culpo por querer seducirlo, sólo ten cuidado amiga. Eso te puede traer muchos problemas, quiero decir… es tu profesor…tienes dieciséis, él treinta y cuatro. Ni siquiera es legal.
―Blah, blah―puso los ojos en blanco―Mientras ambos queramos es válido para mí, yo no lo obligo a él, no hay nada de malo, y sí, es mucho mayor que yo pero, ¿A quién le importa? No soy la primera chica que se ha follado a alguien que le doble la edad.
―No, pero seguro serás la primera alumna que se folla al profesor Styles.
―Me gusta el título―sonrió 
Lexy desabrochó los primeros tres botones de su blusa impecable dejando ver sus senos y subió un poco más su falda, dando a relucir aquellas preciosas piernas. Se despidió de Valery, caminado hacia la oficina del profesor Styles. Estaba nerviosa, no por tenerlo cerca, si no, por todo lo que imaginaba que podría pasar en todo el tiempo que ella estuviera con él.
Como se sentiría sus labios sobre los de ella, aquellos labios rosados y en forma de corazón sobre su piel, sus grandes manos acariciándola. De tan sólo imaginarlo se derretía por completo.
Relamió sus labios frente a la puerta de su oficina y tocó con su puño, dos veces.
Esta vez la puerta se abrió, mostrando al alto y apuesto hombre en un traje gris impecable.
Lexy sonrió.
―Hola, profesor.

―Señorita Vane, adelante. ―habló si ronca voz haciéndose a un lado e indicándole con la mano que pasara, en cuanto Lexy entró, Harry se giró sobre sus pies y cerró la puerta.

***
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viernes, 17 de octubre de 2014

XI.

Él simplemente no podía creerlo. Ella estaba ahí, sus largos dedos acariciaron su suave rostro, era increíblemente hermosa, no importa cuántas veces la hubiese visto, siempre le sorprendía la belleza que ella poseía. Los dedos viajaron por el largo cabello de la joven, deslizándose en las capas, acomodándolo hacia atrás para que no interfiriera en lo absoluto en sus acciones.
Su pecho subía y bajaba  pesadamente, sentía que su camisa lo estaba asfixiándolo, sofocándolo, pero no tanto como la presencia de ella.
Con una mano deshizo su corbata liberando algo de tensión, cerró los ojos colando la otra mano en la nuca de ella y entre abrió los labios, mojándolos con su lengua, jadeando.
― ¿Te gusta? ―  habló  ella con voz dulce e inocente, Harry soltó un suspiro y miro hacia abajo, observándola de nuevo.
―Lo…lo haces tan bien―jadeó, parecía que te faltaba el oxígeno. Ella sonrió ampliamente, victoriosa.
Harry estaba aún incrédulo, la tenía ahí, debajo de su escritorio, de rodillas y entre sus piernas, con la blusa blanca de su uniforme completamente desabotonado dejando ver el sujetador en color rosa pastel que ocultaba aquellos maravillosos senos.
Tenía a Lexy Vane practicándole sexo oral.
Su mano sostenía firmemente la base de su pene, y sus labios rellenos cubrían su glande, succionando fuerte pero al mismo tiempo lento. La punta de su lengua haciéndole cosquillas.
Sus labios se alejaron para sonreírle, Harry no podía decir nada, estaba demasiado cautivado con la erótica escena que estaba presenciando como para hacerlo. La mano de Lexy siguió trabajando en su dureza de arriba abajo, moviendo su piel a su antojo.
 ―Mira esto―dijo Lexy con voz seductora viendo el miembro de Harry―una muy, muy hermosa polla―Harry volvió a jadear antes sus palabras. Trazó su vena dorsal con la lengua y devolvió sus labios a la punta― ¿Le gusta como lo hago? Dígame, profesor.―aquello último resonó en broma.
―Me…mierda, me encanta―masculló, incapaz de tolerar el placer que estaba sintiendo.
― ¿Si? ―sonrió, con su mano sostuvo el miembro y su legua acaricio sus testículos― ¿Qué te parece esto?
―Joder, no pares.
Con eso Lexy comenzó a chuparlo con fuerza, introduciendo lo más que podía en su boca, movía su lengua, sus dientes rosaban un poco su longitud y eso lo volvía loco. Completamente loco, extasiado en un placer incomparable.
Estaba a punto, estaba a punto de liberarse, de explotar en un increíble orgasmo.
Entonces, la alarma comenzó a sonar y todo aquel espectáculo erótico desapareció antes sus ojos cerrados y ala abrirlos, no había nada. No estaba Lexy de rodillas frente a él.
Miro hacia abajo y en efecto, tenía una muy, muy notable erección.
―Maldita sea―gruñó tapándose el rostro con una almohada. ―tienes que parar con estos sueños, pervertido de mierda―susurró para él mismo.
Sin tiempo de seguir repitiéndose a sí mismo, rápidamente se duchó y vistió en un pantalón gris ajustado y formal, una camisa  celeste doblada hasta los codos y salió, algunos viernes solía ir un poco más casual y este en definitiva sería uno de ellos ya que no tenía tiempo para buscar algo más formal.
Llegó a su clase a tiempo como siempre con todos sus alumnos en sus respectivos  asientos y  al dar  los buenos días comenzó con su clase.
―Muy bien, como estuvimos viendo durante esta semana, la mitología Griega está compuesta por leyendas nacidas en la religión de esta antigua civilización de Mediterráneo Oriental…―continuo con su explicación sobre el tema de la semana.
Así era la forma de trabajar de Harry, veía un tema por semana y el viernes, daba un buen resumen de lo que habían visto durante la semana junto con algún cuestionario. Cuando terminó de dar su explicación y hacer algunas preguntas entre sus alumnos, comenzó a dictar el cuestionario. En toda su clase no miró si quiera una vez a Lexy, no con atención.
El gran impacto que ella estaba provocando en él lo estaba asustando demasiado.
Había soñado con su alumna, había soñado que ella le estaba dando sexo oral, por Dios.
No era el sólo hecho de faltar a su ética aunque fuese en un sueño, si no, también la diferencia de edades, dieciocho años le llevaba, le doblaba la edad y dos años más. Era una niña, él un hombre.
Estaba completamente mal en cincuenta en niveles diferentes.
Al cabo de diez minutos, sus alumnos comenzaban a ponerse de pie y hacer fila que sus respuestas fueran revisadas y calificadas.
Cuando Lexy se dio cuenta que la mayoría estaba de pie y el profesor con la atención puesta en revisar se acercó a uno de los chicos más inteligentes y nada atractivos de la clase que por supuesto fue de los primeros en acabar y revisar obteniendo una nota impecable.
Lexy le sonrió sentándose en la paleta del escritorio, el chico la miró aturdido y ella cruzo las hermosas piernas que claro, en aquella falda podían apreciarse bien.
―Hey, Sammy―saludó Lexy sonriente besando su mejilla, sentía el nerviosismo del chico. Probablemente la única chica que lo ha besado es su madre. Pensó para sí misma. ―Ho-Hola Lexy―tartamudeó.
―Oye, vi que acabaste las preguntas que dicto el profe y yo, no las entiendo y quiero entregárselas antes de que toque la campana. ¿Me podrías prestar tu libreta? Prometo copiarlas rápido.
―N-no sé, el profesor Styles se puede dar cuenta, ―Lexy se agacho un poco, debido a que su blusa estaba desabotonada se podían ver sus senos, el chico los miró y tragó saliva.
―Por favor, no se dará cuenta, lo prometo. ¿Sí?
―Está bien, p-pero que sea r-rápido.
―Aw. Gracias, Sammy. Eres el mejor―besó su mejilla de nuevo arrebatándole la libreta de sus manos y regresando a su lugar.
Lexy comenzó a copiar las respuestas, cambiándoles algunas palabras para que no se diera cuenta su profesor. Cuando terminó ya todos habían revisado y faltaba cinco minutos para que la hora concluyera, así que corrió hasta el escritorio del profesor.
―Acabé ―dijo Lexy dejando caer la libreta en su escritorio. Harry frunció levemente el entrecejo mirándola.
 ―Vamos a ver…―tomó la libreta en sus manos y comenzó a leerla en su mente―Mhm.
Asintió, tomó su bolígrafo, aquél que Kimberly le había obsequiado y trazó una enorme equis en toda la hoja.
― ¿Qué mierda? ―escupió Lexy completamente enojada.
―A la próxima que trate de copiar, señorita Vane. Trate de no hacerlo frente a mí. Y trate de no subirse en los escritorios de sus compañeros. ¿Cree que por cambiar algunas palabras no me daría cuenta? ¿Acaso me vio cara de estúpido?
Lexy estaba sorprendida, se  escuchaba realmente molesto.
―No, pero-
―Pero nada, Vane. No podre calificarle, oh y sería bueno que se abroche esa blusa, créame que ni mostrándole los senos a sus a compañeros podrá aprobar esta materia.
Lexy se había quedado con la boca abierta. Ningún profesor, jamás le había hablado como el profesor lo hizo. Era un idiota. Un completo idiota. Le quitó con brusquedad su libreta y se fue a sentar, tenía un cólera enorme.
Ni mostrándole los senos a sus compañeros podrá aprobar esta materia―lo imitó Lexy por debajo―Vamos a ver si dices lo mismo cuando tú los veas por completo, idiota.―murmuro para sí misma.
Al terminar la clase, Lexy se dedicó a maldecir a su profesor de Mitología, Valery sólo la escuchaba y así fue en el almuerzo y las siguientes clases.
A sexta hora, Lexy sabía que el profesor Styles estaba en su oficina, ya había planeado algo durante clases para comenzar a joder con su mente.
Le pidió a su maestra permiso para ir al baño y esta accedió de inmediato, se dirigió a su casillero y se vio en el pequeño espejo que tenía en él, revisó su cabello, agregó un poco de color a sus labios y tomo del perfume que guardaba en su casillero rociando una vez en su cuello, sonrió Al ver agradable imagen que el espejo le proporcionaba de sí misma y camino hasta estar frente a  la puerta de la oficina.
Movió su cabello una vez más e inhalo profundo, su puño toco dos veces la puerta.
—Adelante—gritó el profesor,  su voz ronca era tan característica. Lexy le abrió con cuidado, él no había mirado, estaba sentado detrás de su escritorio leyendo lo que parecía un libro de un millón de páginas. Lexy se posicionó frente al escritorio, juntando sus manos delante de ella.
Harry levanto la mirada de poco a poco, viendo sus piernas, corta falda, hasta llegar a su rostro.
 —Hola, profesor. —murmuró tranquilamente.
—Señorita Vane. ¿Necesita algo?
—Sí, hablar con usted.
—Bueno—colocó el separador en la hoja donde se había quedado y cerró el libro, poniendo sus manos sobre este y entrelazando sus  dedos—Tome  asiento.
Lexy asintió sentándose en una de las dos sillas frente a su escritorio, cruzó las piernas y Harry no pudo evitar mirarlas, pero a los segundos retiró la mirada, volviendo a los ojos azules de su alumna.
—Profesor, necesito ayuda. Con sus clases. Se he copiado es porque realmente no entiendo su materia.
—Si pusiera atención, la entendería.
—Lo sé, pero igual no entiendo, necesito apoyo. Que me expliquen más detalladamente y más despacio.
Harry volvió a fruncir el ceño.
— ¿Se está quejando de mi forma de enseñanza? Todos parecen entender, nadie se ha quejado, hasta hora.
—No, no es eso. Quizás soy yo, pero escuché que usted le ayudó a Austin cuando no entendía algunos temas. Dijo que usted le dio asesorías después de clases en la biblioteca.
—Oh, sí fueron un par de días y realmente mejoró.
 — ¿Cree que pueda darme asesorías también?
Harry tragó saliva, él sabía que esto no era buena idea.
—Yo…no lo sé.
—Oh por favor, profesor. Si quiere puedo seguir ayudándole a revisar o lo que sea. —Lexy se acercó más colocando sus manos sobre el escritorio—si hay alguna forma en que yo pueda pagarle, lo haré. Solo necesita pedírmelo.  —le miró directamente a los ojos.
Harry cerró sus piernas, si por él fuera, habría muchas formas en la que ella pudiera pagar.
Y ahí venia de nuevo, aquellos pensamientos impuros y perversos. Cerró los ojos momentáneamente y negó suavemente.
—No tiene por qué pagarme, es mi deber como profesor ayudar a mis alumnos. ¿Le parece si empezamos la próxima semana? Después de clases, los días que no le toquen ensayo de su equipo de animadoras.
—Oh Dios, ¡Muchas gracias! —se puso de pie efusivamente estirando los brazos, ante el movimiento repentino tiró del escritorio una lapicera y los lápices se regaron por debajo del escritorio— Lo siento, no me fijé.
Lexy se puso de rodillas contra el suelo y se agachó debajo del escritorio, comenzando a recoger los lápices. Harry se había quedado inmóvil viéndola y su mente sólo pudo venir una cosa.
El sueño donde su alumna estaba de rodillas debajo del escritorio succionando con énfasis su miembro.
De tan sólo recordarlo y ver a Lexy casi de la misma posición se estaba poniendo duro y no podía evitarlo. Su respiración volvía a ser pesada y la temperatura en su cuerpo estaba aumentando.
Lexy levantó la mirada y en cuanto vio el bulto que se estaba formando en sus pantalones sus ojos se abrieron mucho más junto con su boca. Quería reírse pero enseguida tapó con su puño ocupado en lápices su boca. Negó con la cabeza riendo, amaba el efecto que ella tenía sobre él.
Era tan serio, tan correcto y neutro con ella cuando le hablaba pero ¿Cómo mierda podía tomarse todo aquello en serio cuando se excitaba al verla? Ella sólo le había visto dos erecciones, Dios sabe cuántas más habría con ella no presente, bueno no físicamente.
Lexy se puso de pie colocando el lapicero en su escritorio.
—S-será mejor que se retire señorita Vane, tengo mucho trabajo que hacer—murmuró incómodo.
—Claro, entonces la próxima semana empezamos con mis asesorías, ¿Cierto?
—Así es.
—Gracias, profesor Styles. Hasta luego— le sonrió y Harry asintió tratando de sonreírle también.
En cuanto cerró la puerta Harry cubrió su rostro con las manos emitiendo un gruñido de frustración.
—Genial, Styles. No eres más idiota porque no estas más viejo. La maldita niña te la para con sólo verla y ahora le darás accesorias, a solas. Jodidamente genial—dijo para él, últimamente hablaba mucho consigo mismo.


*

— ¡Eres una maldita estúpida! —Le gritó— ¡Mira lo que le hiciste a mi guitarra favorita!
— ¡Perdóname Greg! —Suplicó Lexy—me tropecé, no fue mi intención.
— ¡Cierra la puta boca! —la abofeteó y Lexy jadeó de dolor, tocó su mejilla mirándolo con rabia, se acercó y lo empujó con todas sus fuerzas.
— ¡No me golpees hijo de puta! ¡Estoy cansada de que me trates así por la nada!
— ¿Por la nada? ¡Mira lo que hiciste! —dijo enseñándole la guitarra rota.
—Tú no eras así, ¡Ahora buscas  cualquier maldita excusa para maltratarme!
—No, yo no era así. ¡Tú te lo buscaste! —volvió a gritarle con furia.
Lexy se llevó las manos a la cabeza  caminando en la habitación desesperadamente.
—Ya pasó un año, Greg. ¿Cuándo vas a superarlo?
— ¿Superarlo? ¿Cómo mierda supero el hecho que mi novia se haya acostado con mi mejor amigo? ¡Dime como coño se supera eso!
—Ya te lo dije. Te he dicho un millón de veces que ese idiota al que llamabas mejor amigo me drogó, le puso algo a mi bebida. Ni siquiera recuerdo nada ¡Joder! Sólo recuerdo cuando entraste y nos viste.
—Eso dicen todas las zorras para que no le digan zorras, yo no quise, él le puso algo a mi bebida. ¿Sabes cuantas chicas conozco así? Miles de putas, y yo pensé que eras diferente. Maldita sea, Lexy. Hiciste que me enamora de ti para luego engañarme con mi mejor amigo.
 —No sabes cómo lo siento, Greg. Me siento tan culpable, pero odio que me trates así. —dijo con ojos rojos.
—Te lo mereces, y lo seguiré haciendo ¿Sabes por qué? Porque me lo debes, hasta que pueda perdonarte.
Salió de la habitación, azotando la puerta tras de él.
Lexy se dejó caer en el piso, sobando su mejilla hinchada mientras lloraba en silencio.
Ella jamás fue una chica que se sometiera a los hombres, hasta lo que pasó con Greg. Él los había encontrado en la habitación de su mejor amigo, ambos acostados en la cama y desnudos después de aquella larga fiesta en la misma casa.
Desde ese día, Greg había comenzado a castigar a Lexy, maltratándola haciéndola sentir culpable como para no dejarlo y aguantar toda la mierda que él hacía en ella.
No se sentía con derecho de dejarlo, no cuando la hacía pensar que era un deber permanecer con él. La estaba manipulando, si bien, Lexy podía manipular a los hombres a su antojo, a Greg no, antes de lo que pasó, quizás pero ahora, él la manipulaba a ella.
Lexy abrazó sus piernas, hundiendo su rostro en el hueco recargando su frente contra sus rodillas, llenándolas de lágrimas.

—Ya no lo amo. Él estaba acabando con el amor que alguna vez sentí. 

***
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jueves, 16 de octubre de 2014

X.


Lexy arrugó la frente algo confundida ante tan inesperada pero completamente agradable respuesta. Sonrió mirándolo extrañada. Harry tragó saliva, miró en todas direcciones completamente nervioso.
¿Qué mierda había dicho?
— ¿Qué? —preguntó Lexy con una pequeña risilla reprimida.
—Uh…quiero decir, perfecto. Su rostro está en perfecto estado—trato de cambiar la perspectiva de sus palabras, pero había fallado estúpidamente. De todos modos, ambos aparentaron  ignorarlo, pero en su mente no era así.
El ego de Lexy había avanzado a un nuevo nivel al escuchar las palabras de su profesor. No podía negar estar sorprendida de que él dijera algo así... tan rápido. Fue repentino pero perversamente perfecto.
Con aquella declaración, Harry había dado luz verde a Lexy para que su seducción diera marcha. Apenas comenzaba.
Él realmente no sabía lo que le esperaba. No tenía ni la más mínima idea.
Harry se sentía estúpido y débil. ¿Cómo dejó que sus pensamientos fueran transmitidos a lo alto por su voz? Había llevado su fascinación por su alumna un poco lejos. Decir algo como aquello estaba increíblemente mal, pero se había sentido tan bien.
Pero no volvería a pasar, tenía que aprender a mantener la maldita boca cerrada.
Ambos se quedaron en silencio unos cuantos minutos. El teléfono de Harry comenzó a timbrar, pero él parecía no percatarse. Veía a Lexy con atención.
—Uh, ¿No va a contestar?—preguntó Lexy al ver que Harry no hacía ni el más mínimo intento por sacar su teléfono.
—Oh, sí—apenado sacó de su bolsillo el móvil, miró la pantalla para ver de quien era su llamada entrante.
Kimberly.
Desde que comenzó a ver a Lexy ensayar, Kimberly había desaparecido por completo de su mente. Como si no existiera o como si él fuera completamente inconsciente de su existencia. Miró a Lexy quien curioseaba con sus dedos su vendaje en el muslo. Se puso de pie dándole la espalda y contestó, de inmediato escuchó su voz.
—Hola, Kimberly—murmuró Harry, no tratando de sonar tan fuerte, por alguna razón no quería que Lexy escuchara.
— ¿Ya saliste de la escuela?
—No, en media hora. Tuve que hacer guardia en el gimnasio.
— ¿Todo está bien? Te escucho extraño—por supuesto que lo había notado.
—Estoy bien, cariño—le informó y justo en ese momento Lexy levantó el rostro. Harry seguía dándole la espalda, pero al escuchar el dulce apodo sabía que se trataba de su ¿Novia? Moría por saber. —Sólo estoy algo cansado.
—Aw, me haré cargo de que te relajes esta noche—le dijo con un tono juguetón.
—Eso sería perfecto—sonrío ampliamente ante escuchar la voz de su novia de manera seductora. Sabía que ella lo distraería, eso necesitaba.
Una distracción.
— ¿Ya has usado mi regalo?
—Por supuesto.
—Apuesto a que pensaste en mí todo el día—Harry se quedó en silencio unos segundos, giró su cabeza un poco mirando por el rabillo del ojo a Lexy. Ella lo seguía mirando, regresó su vista hacia el frente y tragó saliva soltando por debajo un suspiro de frustración.
—En nadie más, nena.
Intercambiaron unas palabras más y Harry terminó la llamada. Guardando su teléfono de vuelta en su bolsillo, se giró por completo hacia Lexy, ella lo miraba curiosa pero decidió no preguntar.
—Creo que me iré, ya casi no me duele—murmuró Lexy poniéndose de pie.
— ¿Está segura? ¿Puede caminar?—preguntó preocupado.
—Sí—se puso de pie y dio unos cuantos pasos, el dolor y la tensión habían disminuido notablemente— ¿Lo ve? Estoy bien, fue algo pasajero. Como usted dijo, por no calentar el tiempo suficiente.
Harry asintió cruzando los brazos sobre su pecho, los músculos de sus brazos marcándose, los bíceps luchando por respirar contra la tela color verde aceituna. Aquella impecable camisa le quedaba perfectamente ajustada. Lexy no pudo evitar morder su labio inferior con ansiedad, imaginaba como sería su torso sin aquella camisa.
— ¿Quiere que le llame un taxi para que la lleve a casa?—preguntó Harry aún preocupado, no sabía si la casa de Lexy se encontraba lejos o cerca.
—No, no hace falta, gracias. Mi novio vendrá por mí—sonrió amablemente. Harry frunció el ceño nuevamente, Lexy se comenzaba a dar cuenta que quizás, esa era su expresión natural. Él al haber escuchado la palabra "Novio" sintió como si le pincharan el cerebro. Un momentáneo dolor de cabeza.
—¿Siempre viene por usted?—apenas soltó y se regañó a si mismo internamente. ¿Por qué preguntó eso?
Lexy le miró extrañada pero decidió contestar de todos modos.
—No. Casi nunca, es que iremos al cine saliendo de aquí, por eso.
—Ya veo—fue lo único que dijo y de nuevo, un silencio incómodo hizo presencia.
—Bueno, profesor. Hasta mañana.
—Hasta mañana, señorita Vane.
Lexy dejó la enfermería cojeando un poco, casi no se notaba pero los ojos la siguieron percatándose, clavados en su cuerpo con el producto de la intensidad que yacía en sus entrañas y conectaba a sus ojos casi podía sentir sus movimientos en la piel. La forma en que danzaban sus caderas cuando caminaba, sus curvas en aquél ajustado uniforme de animadora.
Se sentó por un rato en la camilla esperando a que lo que fuera que lo hiciera sentir de esta manera se calmara. ¿Acaso se estaba enfermando? ¿Por qué actuaba de esta forma? ¿Por qué no podía controlarse ante Lexy?
Quería respuestas pero tenía miedo de encontrarlas, tenía miedo de saberlas.
Sacó una vez más su teléfono móvil y llamó a Kimberly.
— ¿Harry?
—Hey, nena. Saldré ya. ¿Qué estás haciendo?—preguntó mientras que con su dedo índice y pulgar pellizcaba su labio inferior. Un hábito de nerviosismo que estaba en él desde que tenía memoria.
—Recién he tomado una ducha. ¿Por qué?
—Me preguntaba si... ¿Quieres ir al cine?
—Claro. Suena bien.
—Bien, paso por ti en veinte minutos.
Harry colgó, su mano izquierda agitó su cabello pesadamente juzgándose en su mente.
¿Qué coño estás haciendo idiota?

*
—Sí, palomitas grandes y dos refrescos— habló Greg  a la chica detrás del mostrador, Lexy le pellizco levemente su brazo el cual estaba enganchado con en el de ella. Greg puso los ojos en blanco. — Ah sí, uno de los refrescos que sea dietético.
En pocos minutos la chica de la dulcería del cine les entrego lo pedido, Greg tomó las cosas y la chica procedió a decirles el precio.
 —Paga tú, yo ya pagué las entradas—murmuró Greg, tomando una palomita en sus dedos y aventándola  a su boca. Lexy puso los ojos en blanco y sacó de su bolso su billetera y pagó.
— Disfruten su película— le dijo amablemente la chica.
—Gracias—respondió de igual forma.
Ambos salieron dela fila para que las siguientes personas pudieran comprar. Lexy seguía con su seño ligeramente fruncido, odiaba aquella actitud en Greg. Siempre le hacía pagar algo, y no era realmente eso, sino que lo decía de una forma grosera. A ella le hubiese gustado que fuera más caballeroso, pero…así era Greg. Caminaban lejos de la fila para entrar a la sala hasta que los ojos de Lexy captaron un rostro conocido entre las multitudes entre las ultimas persona de la fila. Sus ojos se abrieron de sobremanera y sus labios se entrevieron, que agradable sorpresa.
 —Ven—dijo Lexy tomando la mano de su novio y caminaron hasta su profesor a un lado de la fila. Lexy observó que él estaba hablando con una mujer, más alta que ella rubia y guapa, alrededor de la misma edad que Harry. —Profesor Styles— saludó sonriente, justo en ese momento  Harry levanto la mirada y como en otras ocasiones, el patrón de lo que llamaría mirar a Lexy Vane” se reproducía.
Cuerpo tieso estomago inquieto y mente en un sin fin de pensamientos sin sentido.
 —Señorita Vane—murmuró. —No esperaba verla por aquí— dijo Harry algo incómodo. Claro que la esperaba  ahí. Después de todo, por eso invito a Kim al cine, para que de alguna forma viera un poco más a Lexy. La observó bien,  llevaba jeans y una blusa color rojo en tirantes y escotada. La parte superior de sus senos se veían a la perfección. La blusa se ajustaba a sus curvas perfectamente y color de esta combinaban con sus labios, resaltando la blanca tez en su piel. Relamió sus labios.  
— ¿No recuerda que le comenté que iba a ir al cine? —sonrió burlona.
—Oh…y-ya recuerdo. Lo había olvidado—Harry miro hacia otro lado nervioso quería cambiar de tema. Miró a Kim quien estaba completamente seria. — ella es mi novia, Kimberly.  Kim ella es mi alumna Lexy Vane y uh…—miró al chico repleto de tatuajes y perforaciones con vestimenta abundante en negro.
—Él es mi novio, Greg— continuo la oración por Harry. Harry sacó su mano del bolsillo para poder estrecharla contra la del muchacho como un gesto cortés, pero anuló  la acción de inmediato al ver que el joven no tenía ni la más mínima intención de imitar el gesto. 
— ¿Qué hay? —saludó Greg haciendo una seña con la cabeza.
Harry sonrió incómodamente. La atmósfera lo era.
—Entonces… ¿En qué sala es su película? —Lexy rompió el silencio.
Harry balbuceó. Kim frunció el ceño.
—En la siete—respondió fría.
 — ¿Enserio? ¡Nosotros también! —Exclamó animada—Que coincidencia.
—Vámonos, nena. Van a ganar los buenos asientos— se quejó Greg, tomándola de la cintura. Había percatado la intensa mirada de Harry sobre los pechos de su novia y no le agradó en lo absoluto. Antes de que Lexy pudiera responder Greg la alejó rápidamente de ahí, jalándola del brazo.
—Auch, despacio—se quejó Lexy.
— Que idiota de mierda—escupió Greg.
— ¿El profesor Styles?
—Sí, ¡El puto profesor Styles! Maldito viejo pervertido. ¿Viste cómo te veía las tetas? No golpeé su jodido rostro porque me podían sacar del  cine pero putas ganas no me faltaron—dijo casi gritando.
—Ni si quiera se ve viejo—murmuró Lexy.
— ¿Me estás jodiendo Lex? — La miró furioso, apretando su brazo con más fuerza y le valía una mierda si lo estuviesen observando—Te estoy diciendo todo esto ¿y sólo dices ni siquiera se ve viejo?  —imitó una voz aguda—Eres una maldita zorra.
— ¿Qué? estás loco.
—Si claro, ahora el loco soy yo. Entremos antes de que empiece la jodida película—la empujó dentro de la sala y Lexy le regresó el golpe.
Por su parte, Harry le había desconcertado la forma en la que el novio de Lexy se la había llevado. Casi obligándola, agresivo sin ningún motivo o al menos eso creía él.
Su mente aún tenía grabada la imagen de Lexy y sus preciosos senos, no podía evitarlo.
— ¿Ella es tu alumna? — le preguntó Kim en un tono de desagrado tratando de dominar su atención.
— Uh...Sí, ¿Por qué?
 — Es hermosa —murmuró sin intento de que fuese un cumplido o que sonara con apreciación—En serio, demasiado. — se cruzó de brazos, Harry frunció el ceño y notó todo. Kim estaba celosa.
— ¿De verdad? Ni siquiera me había dado cuenta— se encogió de hombros.
—Aja, por favor, Harry —dijo sarcástica. En serio estaba celosa.
— Lo juro, nena es que no tengo ojos para nadie más—pasó su brazo por los hombros de ella y la atrajo hacia él, plantando un beso en sus labios— ¿Estás celosa?
—Cualquier mujer que supiera que una chica como ella está cerca de su hombre se pondría celosa—argumento algo seria pero cuando los labios de Harry la atacaron no pudo evitar esconder su sonrisa.
—Pues tu no, soy tuyo. Lo sabes. No me interesa nadie más—murmuró, sabía que no era así y se  sentía culpable al respeto. Claro que le interesaba alguien más y no sólo un interés de atracción simple y momentánea.
Su interés estaba centrado en una persona, y esa era Lexy Vane.
Que no lo quisiera admitir, ese ya era otro asunto.

A medida que la película avanzaba Harry no podía quitar la mirada de Lexy y es que él, a propósito eligió los asientos justo detrás de ellos. No podía evitarlo, eran impulsos que no le dejaban pensar con claridad.
Una de sus manos estaba entrelazada con la de Kimberly y la otra reposando en su barbilla mientras masajeaba esta inquietantemente mirando como el chico tatuado besaba los irresistibles labios de Lexy a cada oportunidad que tenía, como su brazo estaba recargado en los hombro de ella y sus dedos acariciaban su piel en todo momento.
No lo culpaba, por unos minutos Harry había experimentado la sensación de tocar la piel de Lexy esta tarde en la enfermería y fue la sensación más increíblemente experimentada por su sentido del tacto. Era blanca y suave como algodón y delicada como porcelana fina. Moriría por tocarla de nuevo. 
Ni siquiera sabía de qué trataba aquella película, la única escena presente en él era Lexy, ni siquiera prestaba atención a Kimberly.
Harry relamía sus labios constantemente, se cruzaba de piernas y a los dos minutos cambiaba de posición estaba ansioso, nervioso y… celoso. Quería aventar a Greg lejos de Lexy y ponerse en su lugar.
Como desearía quitar a ese idiota del camino.
Al terminar la película no hubo palabras, ni siquiera contacto visual con Lexy, de todas maneras era mejor. No quería que Kimberly se enfadara.
Al llegar a su casa, Kimberly prácticamente saltó sobre Harry besándolo con pasión, con afán de llenar todos sus pensamientos sobre ambos. Harry le contestaba de la misma manera, y con pasos desiguales logró subir hasta su habitación y una vez que la tendió sobre su cama, en cuestión de minutos la desnudó llevándose su ropa con la de él.
Haciendo el amor de forma salvaje, ansiosa. La mordía, la marcaba y se introducía en ella de forma autentica y llena de fuerza insaciable.
Era la única forma de que su mente se nublara para que Lexy Vane fuera ya una imagen difusa en su mente, casi invisible. Al menos por un rato.
 —Te estoy comenzando a querer, Harry— murmuró Kimberly, mientras arrastraba las sabanas a su cuerpo desnudo y descansaba su cabeza en el pecho sudoroso y desnudo de Harry.
Después de minutos, no volvió a escuchar su voz y pensó que quizás ya estaba dormida, la movió ligeramente y comprobó que en efecto, estaba plácidamente dormida.
Con delicadeza y sin emitir ruido alguno la alejó  clocando su cabeza en las almohadas, Harry se puso de pie y tomo sus boxers para ponérselos. Bajó hacia la cocina por un vaso de agua, aquel sexo había sido increíble y agotador.
Al terminar de ingerir dos vasos llenos de agua helada una pequeña idea cruzo su mente.
Caminó   hacia su estudio  y cerró las puertas tras de sí, se sentó frente a su escritorio y abrió su notebook. Espero uno segundos y abrió el explorador. Tecleó la dirección de Facebook y su inicio salió de inmediato. En la sección de buscar amigos tecleó  aquél  nombre que lo estaba atormentando.
Lexy Vane.
En los  resultados pudo diferenciar a la que él estaba buscando. Dio clic sobre el nombre y apareció de inmediato el perfil de Lexy.
Frunció el ceño  a La  primera imagen que captaron sus ojos, la portada. Era una foto de Lexy con el chico tatuado detrás de ella. Su brazo rodeaba el cuello de ella presionada hacia atrás, el rostro de Lexy estaba en dirección al de él dándose un beso y con la otra mano, el chico hacia la forma de una pistola apuntada a la cabeza de Lexy.
La foto perfil era Lexy sonriente, con grandes ojos azules y como siempre hermosa.
Sus ojos siguieron viendo todo con atención.

Vive en Nueva York.
Estudió en Mountain Island School.

 Su siguiente clic fue en “álbumes” los cuales no estaban protegidos, Harry inmediatamente comenzó a leer los títulos y uno llamo su atención en específico.
“Vacaciones con Greg”
En cuanto comenzó a ver las fotos no podía evitar sentir aquella sensación en el estomagó, ahí estaba ella, en un precioso bikini color amarillo brillante. Tenía un cuerpo tan perfecto, tan precioso y sensual. Aunque el álbum decía Greg, la mayoría eran fotos de Lexy y mientras la veía en aquel bikini y poses sensuales mirando directamente hacia la cámara, sentía que lo estaba mirando a él. A nadie más. Que aquellas sonrisas. Aquellas miradas coquetas y poses de diosa eran dirigidas para él. Querían que fueran para él.
Aquellos besos que a aventaba hacia la cámara, los quería recibir él
Entonces empezó a notarlo. Su miembro cada vez más y más duro. No podía evitarlo. Estaba teniendo una jodida erección viendo simplemente sus fotos.
Cerró la notebook de golpe y se dejó caer la espalda en respaldo de la silla, echando su cabeza hacia atrás y masajeando su cabeza desesperadamente despeinando aún más el enredo en su cabello.
— ¿Qué mierda está pasando conmigo? 

***
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