jueves, 16 de octubre de 2014

IV.

–¡Aún no puedo creer que vaya a tener que quedarme en detención después de clases! –exclamó Lexy frustradamente. Había quedado de verse con Greg a la salida, pero ahora sus planes se habían arruinado al obtener la detención por parte del profesor Styles gracias a su conducta.   
–Es que debiste haberte callado Lexy, ¿Por qué no pusiste atención? –le regañó Valery. 
–¡Porque estaba hablando contigo! –le respondió lo obvio– Pero claro, sólo a mí me regaño. No sé, tiene algo en contra mía –se cruzó de brazos recargándose contra el casillero– ¿Recuerdas el otro día? Dijo que no me permitiría entrar a su clase de nuevo, ¿Por qué me dice esas cosas?
–¿Por qué te quedaste dormida en su clase? No tiene nada en contra tuyo Lexy, te lo has merecido –Lexy frunció el ceño poniendo los ojos en blanco. 
De todas maneras, Lexy no lo aceptaba. Prácticamente en todas sus clases hablaba o se quedaba dormida… o simplemente no ponía atención y jamás la reprendían sus profesores. Mantenían esa vieja política de ‘‘El que quiera aprender, ponga atención’’ ya que los demás podrían reprobar y no sería su problema, pero a Lexy no le importaba. Con aquellos encantos y atributos físicos que la caracterizaban, con sólo pestañear unas cuantas veces dando lujo a sus largas pestañas y sonriendo con aquellos irresistibles labios gruesos, lograba obtener las tareas de aquellos chicos más aplicados del salón. Era cosa fácil. 
–Se supone que eres mi amiga ¿De qué lado estás? 
–Del tuyo, lo sabes. El profesor Styles es un buen maestro, me agrada y es bueno con todos, sería bueno contigo también si fueras más amable y prestaras atención. 
–Lo que sea, apenas lleva dos semanas aquí y ya tengo detención de su parte si no fuera porque está jodidamente bueno, lo odiaría. 
–Oh sí, ¿Has visto como todas las chicas del salón lo miran? Todas se lo quieren coger con la mirada –soltó una risa– ¿Crees que se de cuenta? 
–Obvio que se da cuenta, Val, pero no le interesa, somos unas niñas para él. ¿Crees que tenga novia?
–Mmm, seguro un hombre como él hasta más de una –mordió su labio– Me preguntó cómo será fuera de la escuela, quiero decir aquí es tan serio y dedicado a su trabajo, tan… ¿Formal? No me lo imagino socializando, o con una novia o esposa –rió.
–Ya sabes lo que dicen de los hombres como él –dijo Lexy con una sonrisa perversa y levantó una ceja– Lo más serios son los mejores en la cama.
–¡Lexy! –exclamó Valery y ambas comenzaron a reír.
Al terminar las clases y a duras penas, Lexy se dirigió al salón del profesor Styles, ¿Cuánto tiempo le daría de detención? Esperaba no más que una hora, suspiró cuando llegó a la puerta y le vio por la ventanilla. Él estaba sentado, revisando unos documentos. Esperó unos segundos y abrió la puerta introduciéndose al aula, en cuanto esto pasó, la cabeza de Harry se giró rápidamente hacia ella. Lexy miró hacia el suelo y prosiguió a caminar hasta estar frente a su escritorio.
–Bien, aquí estoy –dijo Lexy encogiéndose de hombros.
–Tome asiento, señorita Vane –dijo señalando el primer escritorio frente a él, hizo lo que le pidió dejando su mochila a un lado y él se puso de pie, se recargó frente a su escritorio cruzando los brazos y la miró, su rostro y miradas parecían neutras.
–Bien, ¿Cuánto tiempo estaré aquí? –preguntó Lexy.
–Una hora, quiero que saque su libro de texto y haga un resumen de la lección cuatro, que son Leyendas Urbanas. Después de eso, le daré una breve explicación.
–Okay –Lexy sacó su libro y libreta con una mueca, buscó la lección cuatro y comenzó su resumen, prácticamente escribía un poco de cada párrafo, ni siquiera se detenía a leerlo o revisar si eso era lo más importante. Sólo quería acabar, que se viera que había escrito bastante y listo.
Mientras Lexy escribía lo más rápido posible, el profesor Styles se limitó a seguir revisando aquellos documentos, de vez en cuando la miraba al desconcertado, sentía una extraña sensación teniéndola enfrente, ligeramente incómodo podría decirse, y realmente no sabía porqué, jamás se había sentido intimidado ante ninguno de sus alumnos… un momento, ¿Intimidado? Eso es mierda, él no estaba intimidado. Sin embargo, no quería tenerla ahí.
Lexy Vane no le caía mal del todo, pero tampoco era de su completo agrado. Le molestaba la forma inmadura en que se comportaba aunque que se podía esperar de una adolescente, le molestaba como le contestaba como si para ella, él no representara una figura de autoridad sobre su persona, y lo que más odiaba, era que no pusiera atención en sus clases. Él quería que todos sus alumnos aprendieran y vaya que hacía las clases lo más fáciles y prácticas posibles, pero si ella no ponía nada de interés, si no daba aunque sea un diez por ciento de su atención, ¿Cómo podría ayudarla a mejorar? Quizás era un caso perdido.  
Entonces negó para si mismo, recordando aquél día en que llegó a su solitaria casa, pensando en lo solo que estaba y Lexy había llegado a su mente, pensando en ella en una forma nada decente y se decepcionó de si mismo al mismo tiempo que quería reír. ¿En serio había pensado de esa forma sobre esta niña inmadura?
Realmente había perdido la cabeza ese día, quizás la soledad había jugado sucio con su mente provocando aquellas absurdos y pervertidos pensamientos. Era ridículo, completamente ridículo e imposible. Lo comprobaba más ahora, que con tan sólo mirarla, quería salir de aquella aula, pero tenía que cumplir el castigo. 
Cuando Lexy terminó su resumen, dejó el bolígrafo a un lado y resopló cansadamente, cerró su libro, mientras colocaba un mechón de cabello oscuro detrás de su oreja.
–Terminé –dije alzando la libreta, Harry sólo asintió.
–Bien, ahora te daré una breve explicación de lo que son las leyendas urbanas –le dijo y Lexy solo asintió.
Mientras explicaba, Lexy por primera vez, le estaba poniendo atención. Había escrito tres cuartillas de resumen así que estaba muy enojada como para observar lo sensual que se veía su profesor en aquél traje impecable. Así que decidió mejor ponerle atención.
Al decir verdad, esto era demasiado fácil estaba incluso sorprendida de si misma lo mucho que estaba comprendiendo el tema, cuando el profesor terminó, aún faltaban veinte minutos para que la detención concluyera, así que ella decidió alargar el tema.
–¿Usted cree que las leyendas urbanas son ciertas? –preguntó Lexy, apoyando el codo en el escritorio y su mejilla apoyada en su mano. 
–No, no realmente. Apoyo más la teoría de ‘‘hasta no ver, no creer’’ 
–¿Si? Que tal aquella muy famosa… ¿Cuál era su nombre? ¿Bloody Carrie? –levantó una ceja dudosa. 
Harry sonrió, y Lexy pudo jurar que esta sonrisa iluminó toda la maldita aula o al menos así lo veía ella. Sus dientes eran blancos y perfectos, tenía unos hoyuelos marcados que hacían su sonrisa aún más bella.
–Bloody Mary –le corrigió Harry asintiendo– No lo sé, jamás he hecho ese ritual. 
–Es muy fácil, quizás lo haga. Decir Bloody Mary tres veces frente a un espejo a las doce de la noche ¿Qué tan malo puede ser? –dio una sonrisa. 
–No lo sé, no me arriesgaría. Mejor me cuenta como le fue –dijo Harry cruzando los brazos, aún con diversión en su voz. 
–¿Le da miedo? 
–No, simplemente no creo en eso. No está en mis convicciones.  
–Entonces, ¿Jamás haría algo en lo que no cree? ¿Algo en lo que no está acorde a sus convicciones? –preguntó, pero el tono juguetón en la voz de Lexy se había disminuido a gran nivel, lo cual puso a Harry un poco tenso. ¿Se refería a algo más? 
Pensó muy bien antes de abrir la boca.
–Respeto mucho mis creencias –murmuró. 
–Ya veo –sonrió. Después de unos minutos de incómodo silencio, Harry aclaró su garganta. 
–Bien, puedes guardar tus cosas –revisó su reloj– Faltan cinco minutos para que la hora concluya. 
–¿No va a revisar mi resumen? 
–¿Para qué revisaría yo algo que ya está escrito en el libro? Probablemente ni siquiera extrajo lo más importante de la lección. Simplemente copió los párrafos tal cual son. No veo el caso revisarlo. 
El coraje llevo a su rostro y lo timó de un rojo muy leve. Entonces, ¿Para qué mierda le hizo escribir tanto si no iba a revisarlo? Lo hizo a propósito, ese era su castigo. 
Guardó todo de mala manera mientras maldecía por debajo, Harry reprimió su risa, parecía una niña pequeña haciendo berrinches. 
–¿Algún problema señorita Vane? –preguntó, sólo para molestarla más.
–No ninguno, ¿Ya puedo irme? –frunció los labios. 
–Sí, hasta mañana. 
–Hasta mañana –dijo secamente y salió enojada del aula, ahora si Harry no pudo contener la risa. Vaya que sería difícil trabajar con ella todo el año. 
Mientras caminaba hacia la salida de la escuela, Lexy revisó su teléfono el cual había puesto en silencio. Tenía tres llamadas perdidas de Greg y realmente no le sorprendía. Presionó sobre su nombre para poder regresarle la llamada, al instante él contestó.
–Hey, ¿Qué sucede? 
–Te estuve esperando como veinte minutos pero nunca saliste, ¿Qué sucedió? –escuchó su voz por la bocina la cual lo hacía escucharse más grave. 
–Lo sé, lo siento. Tuve detención y me quedé una hora después de clases. ¿Dónde estás ahora? 
–Ensayando con la banda, lo siento nena. Pensé que quizás estarías ocupada todo el día así que decidí quedarme a ensayar –Lexy suspiró– ¿Te molesta? 
–No, no yo entiendo, Greg. El viernes es la tocada en The Hole, tienes que ensayar.
–Eres la mejor, ¿Lo sabes? –ella sonrió al escuchar sus palabras. 
–Lo sé. 
–Entonces te llamo más tarde, te amo. 
–Yo también, adiós. 
Lexy colgó y decidió caminar hasta su casa, después de todo, no quedaba lejos.

*** 

Harry llegó a su casa directo a la ducha, había tenido una larga y pesada sesión de box en el gimnasio. Le gustaba combinar cosas, un día eran pesas, otro día box, otro piernas, y así hasta terminar el viernes. El fin de semana, ni de broma pisaba el gimnasio.
Cuando terminó de ducharse y cambiarse a unos cómodos pantalones cortos de algodón y camisa sin mangas comenzó a preparar la cena, no era un excelente cocinero pero sabía lo básico. Había preparado verduras al vapor con queso manchego encima. Llenó su plato y sacó una lata de refresco de la nevera y llevó su platillo hacia la sala para ver televisión. 
Justo estaba apunto de dar la primera probada cuando llamaron a su puerta, frunció el ceño y suspiró, caminando para abrir a quien sea que fuera. Cuando la abrió sonrió.
–¡Liam! ¿Qué haces aquí hermano? –Liam sonrió y se abrazaron, golpeando sus espaldas levemente, hacía más de cinco años y Harry no veía a Liam. 
–¿Cómo que qué hago aquí? Vienes desde Londres a mudarte a Nueva York y no eres capaz de llamar a tu mejor amigo quien vive en la misma ciudad –Harry rió asintiendo, había olvidado que él vivía en Nueva York– ¿Por qué no me llamaste?
–Lo siento, pasa –dijo y ambos caminaron hasta la sala para sentarse– Estuve tan ocupado con la mudanza, y la escuela que lo olvidé. Pero ¿Cómo conseguiste mi dirección? 
–Llamé a tu antigua casa y Gemma me la dio –Harry asintió, oh si, su hermana mayor Gemma se había quedado en Londres para ocuparse de los negocios de su fallecido padre y Harry poder ejercer su carrera– Vaya residencia que compraste, es enorme –dijo mirando alrededor– Pensé que eso de ser maestro no te deja mucho pero ya veo que me equivoqué.
–No me va nada mal, pero también recibo demasiado dinero por los negocios de mi padre.
–Es cierto, había olvidado eso, pero dime, ¿Estás saliendo con alguien?
–No –dijo secamente.
–¿Qué? No te creo, si siempre tenías mujeres detrás de ti cuando estábamos en preparatoria.
–Eso fue hace mucho tiempo, Liam. He salido con varias mujeres, pero ninguna que me atrape por completo. Como para realmente sentar cabeza.
–Te entiendo, yo… mírame a mis treinta y cinco y aún no puedo pedirle matrimonio a mi novia, no sé. No me siento listo –al menos Harry no era el único hombre de treinta y cuatro años que aún no se casa.
–Sí… además que apenas tengo tiempo para mí, la verdad a veces si extraño la compañía femenina, sabes a lo que me refiero.
–La abstinencia sexual es lo peor –dijo y él sólo rió, vaya que sabía lo que era la abstinencia– ¿Por qué no vienes conmigo a un club que me recomendaron el viernes? Dicen que tocará una banda… el club se llama… um, The Hole, creo y podemos ir por unos tragos y sirve para despejar un poco y porque no, encontrar compañía –le sonrió levantando las cejas divertido.
–No lo sé.
–Vamos, Harry. Te apuesto que desde que te mudaste aquí no has salido ni una sola vez a divertirte.
Harry se quedó callado, era cierto.
–Bien, el viernes –dijo resignado y Liam asintió.

***
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