jueves, 16 de octubre de 2014

I.

El claxon del automóvil volvió a resonar. 
Una vez.
Otra vez.
7:45 am.
Quince minutos para que Mountain Island High School cerrara sus puertas e iniciara con la primera clase del día, y ella aún no había salido de su hogar.
La mujer de cabello oscuro y ojos marrones suspiró pesadamente, sabía que su esposo perdería la cabeza si no se daba prisa, se asomó hacia las escaleras para revisar si su hija bajaba, pero aún estaba en su habitación. Aclaró su garganta antes de alzar la voz.
—¡Lexy! ¡Tu padre las está esperando en el automóvil, baja ahora o llegarás tarde a tu primer día!—gritó y giro el rostro para ver a su otra hija con su mochila colgando en el hombro, esperando a su hermana. 
Le sonrió y después negó con la cabeza.
—¿Porqué siempre tarda tanto? ¿Qué tanto hace?—cuestionó la madre, que Lexy tardara en bajar era una rutina de todos los días.
—Oh mamá, como si no lo supieras. Está viéndose en el espejo. —respondió la rubia encogiéndose de hombros. 
Y en efecto, así era, Lexy seguía frente al espejo, revisando que cada detalle en su aspecto fuera el mejor, cepilló un poco más las largas capas de cabello oscuro que caían como cascada sobre sus hombros hasta llegar a su vientre y sonrió. Sus grandes ojos azules adornados por unas largas y rizadas pestañas espesas debido al rímel, los labios gruesos teñidos en un rosa fuerte casi rojo reluciendo gracias al brillo labial.
Estaba realmente agradecida de haber recibido todos los buenos genes por parte de sus padres. El cabello y piel blanca de su madre, los ojos azules como los de su padre, un cutis perfecto y un cuerpo bien definido, aunque eso era gracias al constante ejercicio que hacía como parte del escuadrón de animadoras.
No es que fuera demasiado vanidosa, simplemente sabía lo que tenía. Sabía lo hermosa que era, se había acostumbrado a que las miradas masculinas se posaran en ella a cualquier lugar que iba, había aprendido a lidiar con ello e inclusive se divertía, le gustaba poner a los chicos nerviosos, coquetear como cualquier adolescente de dieciséis años, pero en ella...era diferente.
El efecto que causaba Lexy Vane en los hombres era algo más allá de una simple atracción, ella los hacía prácticamente estúpidos rendidos a su encanto y vaya que se había reído de aquellas situaciones. 
Un vistazo más. Su uniforme estaba impecable, la falda a cuadros color café con rojo, según ella la peor combinación que pudieron crear, estaba sin alguna arruga, con los tablones perfectamente marcados donde iniciaba su rodilla. La camisa blanca, con el logo de la preparatoria, también estaba impecable y perfecta. Las calcetas largas y blancas junto con las zapatillas negras de diminuto tacón, apenas un centímetro y medio de altitud. A pesar de los colores, seguía siendo un uniforme bonito. En Lexy se veía así.
Estaba lista. Lista y hermosa.
—¡Lexy!—escuchó a su madre gritar de nuevo, suspiró y tomó su mochila, saliendo de su habitación.
Bajo las escaleras rápidamente y le sonrió a su madre.
—Ya, ya, ma. Estoy lista—dijo, su madre le devolvió la sonrisa y besó su mejilla.
—Es tu último año de preparatoria—le recordó, aún no podía creer lo mucho que había crecido su hija. —Tu padre está desesperado, será mejor que se vayan ahora, suerte.
–No la necesito madre, pero gracias –sonrió y salió junto con su hermana.
El trayecto hacia la escuela había sido silencioso a excepción del comentario de su padre diciendo cuanto tardaba Lexy en bajar a lo que Lexy sólo puso los ojos en blanco, era el mismo sermón todas las mañanas, ambas chicas se despidieron de su padre y bajaron del auto. Lexy miró a su hermana.
Su hermana menor, Lucy. Era el primer día en la preparatoria para Lucy, Lexy le ganaba por dos años a su hermana. Lucy tenía un largo cabello rubio y ojos marrones como los de su madre, era bonita muy bonita, pero diferente a Lexy, Lucy era la típica niña bonita que sueles ver en cualquier preparatoria pero Lexy, Lexy llamaba la atención, ella no era típica. 
–¿Estás nerviosa? –le preguntó a la rubia.
–Un poco –dijo acomodando su mochila en el hombro.
–No lo estés, relájate la preparatoria es fácil si sabes cómo actuar ante las personas, se amable pero no demasiado e ignora a los chicos, todos son unos idiotas aquí –le dijo con una sonrisa.
–Bien, lo haré.
–¡Hey Lexy! El verano te cayó muy bien –un chico pasó a su lado mirándola descaradamente, Lexy sólo levantó una ceja y lo miró, el chico la escaneó con la mirada y siguió su camino por el pasillo. Puso los ojos en blanco.
–¿Ves? Todos te miran como un trozo de carne –negó con la cabeza y acomodó su cabello– Tengo que ir a clase... oh y no podre irme contigo a la salida. 
Lucy frunció el ceño.
–¿P-por qué?
–Greg vendrá por mí –mordió su labio. 
–¿Greg? Mamá te prohibió verlo –le recordó.
–¿Y? Mamá siempre me está prohibiendo cosas, Greg es mi novio y tendrá que hacerse a la idea tarde o temprano.
–Pero él es un universitario, Lexy, está a punto de graduarse, es muy mayor para ti –Lexy suspiró y rodó los ojos. 
Era cierto, él era mayor que Lexy pero eso sinceramente no le importaba. Lexy tenía dieciséis, él veintiuno. Era muy extraño que Lexy saliera con un chico de su edad, siempre elegía chicos de dos o tres años mayor que ella, ya suficiente inmaduros son los de su edad.
Además Greg era apuesto, lleno de tatuajes y perforaciones, seguro, pero apuesto. Su actitud de ''vivir al momento'' era lo que más le atraía a Lexy, a él realmente no le importaba nada, y a ella eso le gustó.
–Ya suenas como mamá, además sólo son cinco años de diferencia, eso no es nada. Estas siendo paranoica. Bien hermanita, tengo que irme suerte –besó su mejilla y avanzó por el pasillo dejando detrás a su hermana.
Lexy hizo su aparición en el salón de clase del profesor Ames, saludo a su paso a sus compañeros, prácticamente conocía a toda la secundaria, en cuanto sus ojos localizaron a su grupo de amigas les sonrió y se dirigió rápidamente hacia ellas.
–¡Lexy! –exclamó una de ellas abrazándola. 
–¡Hola chicas! ¿Qué tal su verano? –dijo poniendo su mochila en uno de los escritorios de la primera fila, a ella le gustaba estar enfrente. 
–Excelente ¿y el tuyo? Mejor ni pregunto, con esa sonrisa en tu rostro –exclamó otra de las chicas.
Lexy rió mordiendo su labio, los recuerdos de su verano pasaron rápidamente por su mente y volvió a sonreír, sin duda había sido un verano inolvidable.
Se había escapado varias veces con Greg, diciéndole a su madre que iría a la casa de alguna de sus amigas, habían pasado prácticamente todo el verano juntos.
–Oh chicas ¿Ya se enteraron? –exclamó otra de sus amigas– La maestra Heggins se ha jubilado este verano, así que ya no estará más aquí, lo que significa ya no tendremos que soportarla –dijo con una sonrisa.
–Eso si que es una buena noticia, Valery –sonrió– Esa señora estaba loca y amargada pero ahora, ¿Quién nos dará Mitología?
–Según escuche en los pasillos, han transferido a un nuevo profesor. Dicen que viene desde Inglaterra –su amiga sabía cada chisme que circulaba en la preparatoria.
–De seguro ha de ser un viejo feo y amargado –aseguró Lexy rodando los ojos, mientras el profesor Ames entraba al salón de clases.

***

Él miró alrededor, viendo cada pequeño rincón de la oficina, no, no era muy grande tampoco la más cuidada pero para él funcionaba. Todo aún estaba en cajas, el traslado fue tan repentino que no había tenido tiempo de arreglar su área de trabajo.
Suspiró, ¿Cómo iba a ordenar todo? Al parecer la señora Heggins no era una persona muy ordenada, todo era tan extraño, hace apenas una semana estaba en Londres y ahora en Nueva York, diferentes horarios, diferentes costumbres y por supuesto, diferente tráfico, un horrible tráfico.
Él había agradecido levantarse tres horas antes de la hora indicada, si no lo hubiese hecho de ninguna manera hubiera llegado.
Miró la pequeña placa en su escritorio y sonrió.
''Profesor Harry Styles''
Al fin tenía su placa y era bastante bonita, mucho más que la anterior en la escuela en Londres.
Harry se acercó al espejo colgado en una pared, seguramente lo había dejado la señora Heggins y se miró, su traje estaba bien y su cabello. Se veía perfectamente formal.
Suspiró pesadamente, estaba nervioso. Su anterior trabajo como profesor había sido realmente un tormento y realmente esperaba que este no fuera así. Y si así lo fuera, él solo rogaba que pudiera aguantarlo, después de todo la paga era el triple que en la anterior escuela.
Aunque eso realmente no fue lo que le hizo viajar a Nueva York, el dinero no es problema para él, pero quería alejarse un poco, probar cosas nuevas, lo veía como una aventura.
–Vamos, Harry... no vayas a arruinarlo –se dijo a si mismo, estaba ansioso y nervioso, sus manos buscaron en los bolsillos internos del saco y lo encontró.
Sacó la pequeña bolsita de plástico con el polvo blanco, de lejos podía parecer bicarbonato o incluso harina, relamió sus labios.
Esto lo calmaría un poco y llevaría las cosas un poco más relajado.

***

–Bueno... eso fue aburrido –suspiró Valery saliendo de la clase de la profesora Benson, tercera clase del día y ya quería salir de ahí. 
Lexy asintió y ambas amigas caminaron por el pasillo hasta llegar a sus casilleros preparándose para la próxima clase.
Lexy se dispuso a sacar su libro de Mitología y guardó los libros que ya no necesitaría en el día, en el casillero al igual que Valery, una vez que terminó de guardar algunas cosas, cerró su casillero y se giró, recargando su espalda en él abrazando su libro contra su pecho. Miró a su amiga.  
–¿Cómo crees que sea el nuevo profesor? –preguntó Lexy mordiendo su labio inferior.
–Mmm... gordo, clavo... arriba de los 50 años, ya sabes lo usual –dijo encogiéndose de hombros.
La ojiazul soltó una pequeña carcajada, era cierto la mayoría de los profesores eran de esa descripción, podrías notarlo con tan sólo mirar alrededor.
–Sólo espero que no sea un dolor en el trasero como la maestra Heggins, dios no me sorprendería si esa señora vive sola y con diez gatos –exclamó Lexy arrugando la nariz.
–Ya lo creo, quizás está amargada porque nunca se casó –ambas amigas rieron. 
–Es lo más probable, vamos a clase no quiero llegar tarde.
Valery asintió y las dos chicas caminaron hacia el salón de la señora Heggins, ahora salón del nuevo profesor.
Cuando entraron al salón de clases, la mayoría de alumnos ya había ingresado, Lexy le señalo a Valery los dos primeros escritorios de la penúltima fila, justo enfrente del escritorio del profesor, a tan sólo unos metros de distancia. 
Lexy tomó el primer asiento y Valery el segundo detrás de ella.
–Hey Lexy, Valery –saludó un chico de cabello rubio y ojos grises, recargándose en el escritorio al lado de Lexy.
–Hola, Austin –dijo Lexy sin importancia. 
–¿C-cómo estuvo tu verano? –preguntó rascándose la nuca, Lexy quería reír pero no lo hizo. Austin se ponía nervioso cada vez que hablaba con ella.
Lexy relamió sus rellenos labios antes de hablar.
–Bien, muy bien realmente, ¿el tuyo? –levantó una ceja. 
–Bien, excelente... y...
–Austin, si vas a invitarme a salir, sólo hazlo –le interrumpió Lexy cruzándose de brazos, el chico se quedó tieso en su lugar.
–B-bien...  –aclaró su garganta– ¿T-te gustaría ir a-al cine este v-viernes? –Valery cubrió su boca ocultando su risa, las manos del rubio temblaban al igual que su labio inferior.
Lexy sólo suspiró.
–Austin, eres un gran chico y todo... me encantaría ir contigo al cine pero, en realidad estoy saliendo con alguien –dijo dándole una falsa sonrisa. 
–Oh, e-esta bien... lo entiendo –dijo con desilusión.
El sonido de la puerta al abrirse llamó la atención de toda el aula, todas las miradas se posaron en la alta y atractiva figura masculina que acababa de cruzar la puerta. Todo el salón quedó en completo silencio... él nuevo profesor había llegado. 
Miró hacia su alrededor, sorprendido de como el silencio inundó el lugar. 
–Vaya, eso fue una buena bienvenida –emitió su ronca voz, dando una media sonrisa, en su mejilla izquierda marcándose un hoyuelo.
Entonces, el silencio se rompió.
Los murmullos femeninos fueron los primeros en escucharse.
''¿Él es nuestro profesor?''
''Oh dios míralo, es tan ardiente''
''Se ve tan joven, esta buenísimo''
El atractivo profesor caminó hacia su escritorio, dejando su portafolio encima de este.
Valery le susurraba a su amiga lo equivocadas que habían estado con respecto al profesor, de hecho, era todo lo contrario a lo que ellas habían dicho.
–Mira ese rostro, oh dios –susurró Valery sin dejar de mirar al profesor.
Pero Lexy estaba como en una especie de trance, sus grandes ojos azules lo miraban fijamente. Jamás, en sus dieciséis años de edad había visto a un hombre tan apuesto y varonil como lo era él. 
Cabello largo y rizado, oscuro pero brillante, un pequeño copete hacia atrás creándose una elevación, alargando su rostro dejando ver sus perfectas facciones.
Ojos verdes, como si se tratara de un par de esmeraldas, cejas abundantes pero perfectamente enmarcadas, labios rellenos de un color rosado en forma de corazón, mandíbula y pómulos firmes.
Alto y de cuerpo ligeramente fornido era lo que se podía apreciar, Lexy se preguntó, que obra de arte ocultaría debajo de ese fino e impecable traje negro.
Sus dientes se encajaron en su labio inferior mientras seguía observando a su nuevo profesor de Mitología.
El profesor se posicionó justo enfrente de la pizarra, mirando a su audiencia adolescente.
–Bien, como ustedes saben o lo sabrán en este momento. La señora Heggins, quién les impartiría esta materia acaba de jubilarse, así que me han asignado a mí en este año como su profesor. Mi nombre es Harry Styles, y espero realmente poder llevarme bien con ustedes.
El profesor Styles procedió a anotar su nombre en la pizarra, seguido de esto la materia que impartiría ''Mitología y Leyendas''
Se recargó en su escritorio cruzando los brazos, las alumnas no dejaban de mirarlo con una sonrisa, estaban hipnotizadas ante la belleza de Harry.
Harry aclaró su garganta antes de hablar.
–Como todos sabemos Mountain Island maneja la materia de Historia y Folclore en tres diferentes ciclos, en primer año vieron Costumbres y Tradiciones de la Historia, en segundo año vieron Religión, y en este último año veremos –señaló hacia la pizarra– Mitología y Leyendas, los temas que maneja esta materia son realmente interesantes, así que dudo que se aburran conmigo. Mi manera de trabajar es muy sencilla, el trabajo diario y tareas vale un setenta por ciento de su calificación final, el treinta por ciento restante es su examen final, soy estricto con los trabajos que les encargaré, pero también los puesto ayudar, si han cumplido con todos sus proyectos, podré ayudarles en el examen final dándoles unos cuantos puntos, aunque claro, su conducta también influirá –todos estaban atentos a lo que el profesor decía, quizás, las chicas ni siquiera sabían de lo que estaba hablando, pero vaya que tenía la atención de todas– ¿Alguna duda? 
–¡Aquí! –exclamó una chica al fondo levantando la mano. El profesor le dio una señal con la cabeza para que hablara– ¿Cuántos años tienes?
Harry sonrió. 
–Treinta y cuatro –respondió. 
–¿Qué? ¡eso es imposible! ¡luce mucho más joven? –dijo la alumna con una sonrisa, Harry rió. 
–Bueno, gracias... ¿alguna otra duda? 
–¿Tiene novia? –otra voz femenina se escuchó proveniente de enfrente. 
El rizado frunció el ceño, posó sus ojos en la sueña de la voz.
Ojos grandes y azules con un brillo fuera de lo normal, mirada seductora capturada por esos ojos verdes, labios gruesos y rojos, cabello oscuro y largo, un rostro hermoso. Ella era hermosa. 
El profesor tragó saliva, en los años que llevaba dando clases le habían tocado alumnas bellas, claro nunca se los dijo, sólo lo pensaba, después de todo era un hombre y sabía apreciar la belleza femenina, solamente eso. 
Pero aquella chica tenía una belleza realmente hipnotizadora, jamás había visto a alguien tan hermosa como lo era ella, y eso lo asustó. 
La alumna de mirada cristalina levantó una ceja y esbozó una sonrisa maliciosa esperando su respuesta. 
–No vengo a hablar de mi vida privada... ¿Cuál es su nombre? –preguntó mirándola fijamente. 
–Lexy, Lexy Vane –dijo con una sonrisa.
–Bueno señorita Vane, no me gusta hablar de mi vida privada, así que si ya no hay más dudas... comencemos con la clase –dio media vuelta y abrió su portafolio, sacando el libro con el que empezaría el primer tema.
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