jueves, 16 de octubre de 2014

IX.

—No puedo creerlo, Harry―habló entusiasmada, sonriendo de oreja a oreja, con ojos brillantes como caricatura ―Llevamos cuatro meses saliendo, el tiempo pasa demasiado rápido.
Harry le sonrió ampliamente, asintiendo. Se acercó a ella y la cubrió en sus brazos, inhalando su aroma, sintiendo la calidez de cuerpo con cuerpo fundidos en un cariño especial. Ella lo era, en cuatro meses se lo había demostrado. Le había demostrado que ella valía la pena, lo suficiente para comenzar una relación.
Kimberly llego en un punto crítico a la vida de Harry donde cualquier puerta abierta, cualquier luz en su jodido mundo, tomaría. Era vulnerable, y ella era dulce, hermosa, carismática  y de buen corazón. Dejo de aferrarse a lo imposible y cayó, ella estaba ahí para sostenerlo y sin darse cuenta, el cariño y aprecio floreció en su interior, sentía que la sangre volvía a correr por sus venas, su mundo había cambiado de blanco y negro a color, y lo más importante; ya no sentía aquella maldita soledad.
 —Tengo algo para ti—susurró ella en su oído, él la  besó con enfoque y pasión. Sonriendo contra sus labios.
 — ¿Algo para mí? —frunció el ceño levemente confundido.
—Sí, aniversario de cuatro meses— se alejó, tomó su bolso y de este, sacó una pequeña caja rectangular de terciopelo. Extendió su brazo entregándosela, Harry la tomó.
 —Oh, nena yo no te compré nada. Yo…no sabía que se festejaban los meses—dijo apenado, se sentía mal de que su chica hubiese comprado algo para él y él no tenía nada para ella.
 —No se festejan, al menos yo no. Sólo quería buscar cualquier excusa para regalártelo, lo vi hace unas semanas y quise comprártelo—se encogió de hombros mirándolo con cariño.
Harry asintió y abrió la caja, la miro sorprendido y luego miro a Kim por unos segundos, regresando la vista de nuevo al objeto brillante.
Era un bolígrafo. Lo tomo en sus dedos y le miró atentamente, era de plata, brillante y fino. Parecía costoso. Enfocó la vista y pudo ver unas letras grabadas, era su nombre completo. Harry Edward Styles.
 —Para tus trabajos importantes, profesor Styles—murmuró acercándose a él, plantando un rápido beso en sus labios.
—'Kim, es genial. Me encanta. Puedo notar que es de plata fina—dijo sonriendo.
—Lo es, ¿En serio te gustó?
 —Por supuesto, nena. Muchas gracias—la besó fuerte—La guardaré—ella asintió y Harry caminó hacia su escritorio ya que ambos se encontraban en el estudio en casa de Harry. Guardó el bolígrafo junto con su estuche en el primer cajón. —Ahora me siento mal, yo no tengo nada que regalarte y no creo que pueda superar tu regalo—se recargo frente a su escritorio, tomándola de las manos para atraerla hacia él, una vez que lo hizo sus mano viajaron a sus caderas deslizándose hábiles y rápidas hasta centrarse en la espalda baja de su hermosa dama.
Las pequeñas mano de Kim acomodaron el cuello de la camisa blanca de Harry.
—Mmm, ¿Recuerdas lo qué me dijiste la noche que nos conocimos? —murmuró, su voz había cambiado  a un tono más siniestro. —Puedo superar tus expectativas.
Entonces Harry no desperdició ni un segundo en titubear o continuar la conversación, sus labios estaban en los de ella, estaban en su cuello, en su piel. Saciándose en su aroma, perdiendo la cordura y arrebatando jadeos de sus labios, silenciándolos con sus besos, avivándolos con su lengua. Marcándola como suya en aquel cómodo sofá color marrón.
 *
— ¿No notas al profesor Styles algo extraño? —pregunto Lexy, mordiendo de aquella manzana que contrastaba con el rojo de sus labios.
— ¿Extraño? —Valery arrugó la frente.
—Sí, estos últimos meses esta como más relajado. Incluso lo he visto sonreír más seguido. Sigue siendo igual de serio e intimidante pero creo que ahora un poco menos.
—Seguramente ha estado follando seguido—dijo soltando una risa, pero a Lexy no le pareció gracioso, en lo absoluto.
— ¿A qué te refieres?
— ¿A qué crees? Es obvio que ha iniciado una relación o algo así, si es que no la tenía antes.
—Ah—dijo seca dándole una agresiva mordida a su manzana. Valery la miró extrañada.
—Dudo que nuestra amistad de ochos años me fallé pero tengo que preguntarlo igual. ¿Estás celosa Lexy?
— ¿Qué? ¿Yo? Para nada, ¿Por qué estaría yo celosa del profesor Styles? —puso los ojos en blanco.
—Por qué te encantaaa—canturreó golpeando su hombro con el de ella levantando las cejas.
—Esta bueno el hombre—dijo simplemente—pero no estoy celosa.
—Como digas, oye ¿Qué paso con tu plan? Pensé que lo seducirías.
Lexy sonrió.
—Lo haré, sólo que no he tenido tiempo de en pensar algo en estos meses. Tengo demasiados problemas con Greg, es un celoso posesivo, mira lo que me hizo—Lexy abrió la blusa de su uniforme y descubrió su hombro. Valery miro asombrada la gran mancha morada y azul.
—Lexy, él juró que jamás volvería a golpearte—le miró preocupada—No deberías permitírselo, está mal.
—Yo le dejé el ojo morado—se encogió de hombros.
—De todas maneras. No es la primera vez que lo hace. ¿Qué será después?
—Estas exagerando todas las parejas pelean.
— ¿A golpes?
Lexy suspiro, y ante de que pudiera hablar la campana para regresar a clases sonó y lo agradeció ya que sinceramente, no tenía alguna buena excusa que dar.
Lexy sabía que Greg era un abusivo, jodía con su mente y jodía  con su cuerpo. La única forma en la que solía vengarse era coqueteando con chicos, pero últimamente el comportamiento de Greg no había tenido límites y su más reciente moretón fue por la misma razón. Él la vio con otro hombre y al llegar a su casa la estampó contra la pared, aventándola, marcándola. Lexy no se quedaba atrás, lo golpeaba, abofeteaba y esta vez, estrelló su puño contra el ojo de Greg. Provocándole un enorme circulo morado alrededor de este, y no se había arrepentido ni siquiera un poco. 
—Oh Lex, recuerda que hoy hay ensayo con el escuadrón—le recordó.
—Lo sé, tengo mi uniforme en el casillero.
*
Harry había terminado su última clase así que la última hora la tenía libre. Se dirigió a su oficina, se sentó en su escritorio y  de su maleta sacó unos documentos que la directora le había mandado. Algunas cosas que quería añadir para el  programa de estudios. Comenzó a leerlos, saco el bolígrafo de plata y comenzó a encerrar algunas cosas, tachar otras.
Se detuvo mirando el nombre en el bolígrafo y sonrió.
Últimamente todas sus sonrisas se debían a Kim. Era increíble que alguien que pensó, fuera algo pasajero como todo en su vida, se estaba convirtiendo en algo más allá que una relación desechable. Girando el bolígrafo entre su dedo índice y pulgar, llamaron a su puerta.
—Adelante—hablo fuerte sin dejar de mirar el bolígrafo. En cuanto se abrió la puerta, dejo bolígrafo en el escritorio—Hey, Colman—saludó a su compañero de trabajo. Él hizo una seña con la cabeza en forma de saludo.
—Styles, recuerda que tienes que quedarte después de clases. Te toca hacer la guardia en el gimnasio.
—Oh si, lo había olvidado.
—Bien, recuerda que puedes irte una vez que las animadoras terminen su ensayo.
—De acuerdo.
Harry suspiró, una vez a la semana le tocaba a cada profesor de la escuela hacer guardia en el gimnasio ya que, conociendo a sus alumnos podrían hacer daños a las instalaciones. No era trabajo realmente, sólo se sentaba en las gradas a vigilar pero en realidad no quería quedarse.
Cuando el timbre de la salida sonó Harry se dispuso a guardar todo en su portafolio, se quitó el saco formal quedando en su camisa color verde aceituna, esta hacía darle un reflejo aún más verde y brillantes a sus ojos. Se dobló las mangas hasta los codos y salió, cerrando con llave su oficina y metiéndola al bolsillo.
Salió del edificio hacia el gimnasio y una vez que entró pudo observar a las animadoras en el centro de la cancha ensayando. Varios chicos en las gradas, viéndolas. Se colocó las manos en el bolsillo del pantalón y camino hacia las gradas. Subió  unas cuantas para sentarse en la quinta.
—Jóvenes—saludó en tono serio a los adolescentes masculinos sentados cerca de él.
 —Profesor, ¿Va a corrernos? Sólo estamos viendo a las chicas—dijo uno.
—No, pueden quedarse pero no las molesten—ellos asintieron y Harry comenzó a revisar algunas cosas en su teléfono.
Las animadoras habían terminado de calentar un rato, Lexy se puso frente a ellas con las manos en la cintura, dándoles la espalda a los chicos.
—Lexy mira quien está ahí—le dijo Valery cuando se acercó a ella. Lexy frunció el ceño y se giró hacia las gradas, fue cuando lo vio. Al hombre mayor que ella deseaba y que cueste lo que cueste lo tendría. Sonrió viendo a su amiga.
—Que empiece el juego—mordió su labio y Valery negó con la cabeza riendo.
Valery regreso  a su lugar y Lexy le dio la señal a uno de los chicos que encendiera el pequeño estéreo que estaba en las gradas.
 —Muy bien chicas, justo como lo ensayamos. 1, 2,3—se giró ahora viendo hacia las gradas. Sus ojos encontraron los del profesor y sonrió. Harry se quedó tieso, con el teléfono en las manos pero su mirada en Lexy.
Comenzaron la rutina y Harry no podía apartar la mirada. Todas las animadoras eran bonitas, y el uniforme le quedaba bien pero Lexy… Lexy era una completa imagen erótica frente a sus ojos. El uniforme estaba entallado justo a su cuerpo, como si fuese una  segunda piel. Resaltaban sus senos, sus caderas y su pequeña cintura. La corta falda dejaba ver sus largas, blancas y preciosas piernas, esta se alzaba cuando ella giraba dejando ver su short de licra que llevaba debajo, su trasero firme y redondo. Lo murmullos y silbidos entre el pequeño público masculino que tenían en frente no cesaban.
La mano de Harry sostenía el teléfono con fuerza, la otra descansaba sobre su rodilla, era tanta la presión que aplicaba que arrugaba la tela de su fino pantalón. Relamía sus labios nerviosamente, su estómago estaba retorciéndose, sentía el deseo de crecer.
El más puro deseo, la lujuria que ocurre entre un hombre y una mujer, sentía que era demasiado. Tenía que apartar la mirada o lo notarían, cruzó las piernas rogando para que no tuviera una maldita erección.
<<Pareces un maldito adolescente caliente, Harry.>>
Su mente se lo repetía, varias veces pero su cuerpo, sus ojos no lo estaban obedeciendo y el sólo se imaginaba como sería verla desnuda, como sería besar su blanca piel. Como sería su, seguro delicioso aroma, como gemiría mientas la embestía, lento y profundo.
Miles de pensamientos obscenos pasaron por su mente y lo único que lo detuvo, fue cuando Lexy lo hizo.
Ella, por su parte, tenía una maldita y perversa sonrisa en su rostro. Había estado observando al profesor Styles todo el tiempo. Como la desnudaba con la mirada y eso le encantaba.
<<Tanta mierda hablas de principios profesor Styles y te excitas viendo  a una alumna ensayar.>>
Si así seguía, esto sería fácil. Harry caería si ella se lo proponía.
Lexy indicó que seguían las acrobacias, después de ensayarlas un rato se posicionó de nuevo para efectuarlas con música, al segundo movimiento, donde tenía que colocar su pies sobre cada rodillas de dos de sus animadoras, una horrible tensión en sus músculos ocurrió provocando un dolor muy fuerte haciéndola gritar, retorcerse y caer al suelo antes de que sus compañeras pudieran hacer algo para retenerla.
Harry al escuchar el grito de inmediato corrió hacia Lexy ayudándola a levantarse.
— ¿Está bien? —le preguntó preocupado.
—Ah, no, no. No puedo, me duele— se quejó dolorosamente.
—La voy a llevar a la enfermería—le informó Harry.
—Pero la enfermera ya se fue. No se queda después del horario de clases. ¡Mierda! Me duele—jadeó.
—Lo sé, pero no cerraron la enfermería—le dijo Harry y tomó el brazo de Lexy, colocándolo sobre sus hombros y la tomo de la cintura, para que ella se apoyara en él— ¿Puede caminar?
—N-no se—dijo cerrando los ojos Harry dio dos pasos  y Lexy le siguió. — ¡Joder! No, no puedo—casi gritó—Me duele mucho.
Harry suspiró y la cargó entre sus brazos llevándosela rápidamente a la enfermería. Lexy mantenía los ojos cerrados, con el ceño fruncido y mordiendo sus labios para omitir los quejidos de dolor. Inhalaba profundamente, y el delicioso aroma a colonia del profesor fue la más deliciosa medicina para soportar el dolor.
Cuando llegaron a la enfermería, Harry la sentó en la camilla que tenían ahí y comenzó a buscar entre los botiquines.
Encontró vendas y una pomada para contracciones musculares. Haló la silla y se sentó frente a ella, por la altura de la camilla, las piernas de Lexy quedaban a la vista de Harry con  mayor enfoque.
—A ver... ¿Dónde le duele?
—En mi muslo, no sé por qué, nunca me había pasado. Sentí que todo se me puso tieso—murmuró Lexy.
—Es solo una contracción, ¿Calentó antes de ensayar?
—Sí, un rato.
—Entonces no calentó lo suficiente. Es muy importante calentar, señorita Vane. Para evitar este tipo de incidentes.
—Lo sé, calentaré más tiempo la próxima vez. —dijo con una leve sonrisa.
Harry asintió, abrió la pomada y miro a Lexy quien hacía lo mismo, mirarlo.
— ¿Puedo? —le preguntó, no podía evitarlo. Después de todo, no se sentía cómodo si tocara el muslo de su alumna, aunque fuese solo para aplicar la pomada.
—Sí.
— ¿Dónde le duele? —puso la mano en el muslo un poco abajo de dónde cubría su falda. Su mano temblaba y Lexy lo sentía. — ¿Aquí?
  —No—colocó su mano por encima de la de su profesor y con la otra levantó su falda, dejando ver el diminuto short de licra negro. Harry tragó saliva y relamió sus labios. Lexy arrastró la mano de Harry hasta su muslo interno y presiono un poco—Aquí —murmuró.
Parecía que Harry se hubiese congelado, pero su corazón latía más fuerte de lo normal. Lexy quería sonreír ampliamente ante el nerviosismo que estaba creando en su profesor  de Mitología pero decidió actuar inocente y no saber lo que estaba pasando. No en él, en su interior. Harry tomo algo de pomada vertiéndola en su palma y comenzó a dar un leve masaje en el muslo interno de Lexy. Ella cerró los ojos, se sentía bien, la pomada proporcionaba un efecto de frio y calor al mismo tiempo. Llevándose la tensión en su muslo pero aumentando la tensión en el cuerpo de Harry.
Su largos dedos eran el cielo, suaves y  lentos, sus palmas haciendo presión. Ella se estaba excitando y bien lo sabía, que él también. Ambos estaban completamente conscientes que esto era algo más que solo aliviar una contracción.
—Se siente bien, ya casi no duele—murmuró Lexy, eso activó la mente de Harry, la coherencia y rápidamente alejo su mano. Se pasó las manos por el cabello frustradamente y tomó una venda enrollándola en el muslo de Lexy.
—Listo—murmuró Harry.
—Gracias, profesor—le sonrió. Harry asintió, pero frunció el ceño al ver el rostro de Lexy, con su dedo índice y pulgar tocó la barbilla de Lexy levantándola un poco para examinar su rostro.
. —Tiene una pequeña raspadura en la mejilla—le dijo Harry. Lexy le miró extrañada y llevo su dedo a la mejilla en cuanto encontró la parte irritada hizo una mueca.
—Ugh, genial. En el rostro, me debo ver horrible—se quejó.
Harry la miro asombrado. ¿Cómo mierda ella podría pensar eso? Se veía hermosa, jodidamente hermosa. Con sus grandes ojos azules y brillantes como el mismo zafiro, con aquellos jugosos labios rojos que podrían hacer enloquecer a cualquier hombre y con aquellas facciones perfectas, dignas de ser plasmada en esculturas
Estaba perdido, profundamente perdido en la belleza única de Lexy Vane.
—Ni un poco, eres perfecta—susurró viéndola directamente a los ojos.
***
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