jueves, 16 de octubre de 2014

VIII.

De un salto rápido fuera de la cama Harry salió apresurado, corriendo con desesperación y preocupación  hacia el baño. Una ducha rápida mientras en su mente se agobiaba, jamás había llegado tarde a su trabajo, jamás había tenido una falta o siquiera un retraso. Incluso en sus peores días, donde alguna bacteria se  le introducía en el sistema provocando alguna enfermedad y a pesar de una condición no muy favorable, jamás dejó de asistir su trabajo.
En cuanto salió de la ducha, con una toalla rodeando la cintura y otra en su mano mientras secaba su cabello, miró hacia la cama. Ahí estaba Kimberly, sentada con las sabanas cubriendo su desnudo cuerpo. Ella le sonrió levemente y Harry le regresó la sonrisa.
―Estoy retrasado―murmuró, y sacó lo primero que vio en su clóset cambiándose en minutos. Se aplicó antitranspirante y colonia. Se acomodó el cabello hacia atrás y se acercó a ella. ―La señora que hace el aseo no tarda en llegar, puedes pedirle que te llame un taxi. Me encantaría llevarte a tu casa, pero no puedo, es demasiado tarde.
 Ella asintió sonriéndole amablemente. 
―Descuida, Harry. Está bien, yo entiendo.
―Tienes mi número ¿Cierto?
―Sí, creo―rió.
―Bien entonces estaremos en contacto. Gracias por lo de anoche, fue jodidamente genial―tomó su bonito rostro entre su manos y le plantó un beso en los labios.
 ―Lo fue.
Harry le sonrió una última vez y comenzó a caminar hacia la puerta.
― ¿Harry? ―dijo la chica y Harry se detuvo justo en el marco de la puerta. Se giró para mirarla.
― ¿Sí?
―Lo de anoche... ¿Fue sólo eso? ¿Algo de una noche? o… ¿R-realmente yo te gusto?
Harry se quedó en silencio unos segundos.
―Eso lo decides tú, nena. Me gustas Kim, realmente me gustas―le guiñó el ojo haciendo que la rubia se sonrojara, mordió su labio asintiendo y Harry salió de la habitación.
*
― ¿Entonces que le dijiste cuando viste su Facebook?
―Obviamente le dijo que borrara a todas las chicas bonitas o buenas que tenía y sólo dejara a las feas―se encogió de hombros a lo obvio.
― ¡Lexy! ―comenzó a reír golpeando levemente su hombro―no sé de qué te preocupas amiga, no hay nadie más bonita que tú. ―argumentó Valery siendo completamente honesta y Lexy sonrió.
―Lo sé, pero de todos modos. No quiero que Greg tenga esas chicas en Facebook, me dan celos, eso de que son sólo amigas o conocidas es mierda. Conozco a Greg, y puede ser tan mujeriego a veces.
 ―Bueno, al menos te hizo caso. Hay chicos que ni de broma hubiesen aceptado eso, no se como le haces para tenerlos agarrados de las bolas―bromeó, Lexy carcajeó, ambas amigas colocaron sus mochilas en el escritorio, tomando asiento.
―Eso es uno de mis talentos―sacó la lengua riendo. Miró su teléfono―Oye, hace minutos que debió haber empezado la clase y el profesor Styles aún no ha llegado.
―Es cierto, es raro. Jamás llega tarde. Por cierto, hoy hay que quedarnos para ensayar todas las animadoras. En pocas semanas es el partido.
Lexy hizo una mueca de fastidio.
―Es cierto, lo había olvidado por completo. Hay que hacer cambios en la rutina, hay que mejorarla. Comienza a ser aburrida.
―No podría estar más de acuerdo, capitana.
Lexy sonrió ampliamente. Le gustaba su título, capitana. Había trabajado demasiado en él, siempre había soñado con ser la capitana del equipo de animadoras y después de un enorme esfuerzo y de ser una gran ayuda el haber practicado gimnasia por cinco años, fue la elegida entre varias dignas candidatas, pero ella fue la mejor. Realmente se había propuesto ganar y lo logro, como siempre. La ambición y el triunfo en cosas que realmente le interesan es una de sus cualidades. Hace hasta lo imposible por lograr sus objetivos.   
Lexy Vane, siempre conseguía lo que quería.
Sea como sea, el precio que fuera incluso si fuera casi imposible. Ella lo conseguía. Nuca se daba por vencida en sus intereses y eso era digno de  admirar.
Al cabo de unos minutos, el profesor Styles hizo presencia en el aula, con un largo suspiro cerró la puerta y miró sus alumnos quienes lo veían curiosos ante el retraso.
 ―Siento la tardanza, jóvenes. Tuve un problema con mi auto, pero ya estoy aquí. Abran su libro de texto en la página cien―colocó su portafolio sobre el escritorio y rápidamente sacó su libro y un marcador. Comenzando a apuntar el tema en la pizarra.
Los alumnos siguieron las indicaciones del profesor, después de una lectura y una explicación bien detallada, como de costumbre de su parte. Anotó algunos ejercicios en la pizarra para que sus alumnos copiaran y realizaran. Resopló tomando asiento detrás de su escritorio y se llevó las manos a la cabeza. El maldito dolor punzante mientras masajeaba con sus dedos las sienes tratando de alejar el dolor que claro, era completamente en vano. Sacó la aspirina que había traído consigo de su casa y se la pasó en seco provocando en su rostro una mueca de disgusto.
Su teléfono vibró y enseguida lo sacó. Tenía un mensaje de un número desconocido.
De: xxx-xxx-xxx
Ya estoy en mi casa, la señora que hace el aseo en tu casa parece que me odia. Espero vernos pronto xx
La primera sonrisa desde que llegó a la escuela cruzó sus rosados labios. Guardó el teléfono desconocido como “Kim“ y decidió responder.
Para: Kim
¿Si? La señora Garrieth es especial, pero amable cuando llegas a conocerla bien. Yo también espero vernos pronto, lo más pronto posible .xx
Dos minutos después, la respuesta llegó. 
De: Kim
Sólo di cuando, tuve que mentir a mi jefe diciéndole que estaba enferma ya que se me hizo tarde. Tienes toda la culpa x
Harry colocó la mano sobre su barbilla sonriendo ampliamente.
Para: Kim
¿Yo? Tu aceptaste mi invitación a mi casa que yo recuerde. No te culpo, suelo ser muy convincente, Pero de todos modos, déjame recompensártelo. ¿Cena? Paso por ti.
De: Kim
Suena bien, te mando mi dirección. Nos vemos esta noche xx
Harry se quedó mirando el teléfono. Estaba emocionado, después de tanto tiempo tenía una cita, con una chica hermosa, que aparte de haber compartido un sexo estupendo. Le interesaba lo suficiente como para salir con ella las veces que le plazca.
Un golpe contra su escritorio le sacó de la pequeña burbuja de felicidad, miró hacia el frente y era una libreta. Después, unos senos grandes y después…Lexy Vane. En cuanto sus  ojos captaron aquellas pupilas azules y mirada de expresión jovial fuese como si en ese momento su mente tornara en blanco y ahora lo único que parecía importante era su alumna frente a él con esa sonrisa fascinante casi soberbia.
―Terminé―le informó.
Harry tragó saliva y guardó el teléfono, le miro unos segundos y tomo la libreta, incómodo comenzó a leer las respuestas de Lexy. Odiaba que en cualquier momento que ella se le acercara, se sintiera incómodo. Tenía que vencer ese estúpido sentimiento pero no sabía cómo. La forma en que lo miraba, la forma en que sonreía, incluso la forma en que hablaba no lo hacía sentir el mismo.  
―Muy bien señorita Vane, excelente. Estoy sorprendido―sacó su bolígrafo de tinta roja y calificó.  
―Gracias, profesor―le sonrió, se giró sobre sus pies y regresó a su escritorio.
La campana para el almuerzo comenzó a escucharse cuando Harry revisaba a su último alumno. Después de calificarlo se puso de pie para dar indicaciones.
―Muy bien, no habrá tarea por hoy. Pueden guardar sus cosas.
― ¡Profe! ¿No va a revisar la tarea que encargó ayer? ―preguntó una chica, de las más aplicadas y todos comenzaron a decirle que se callara.
Harry levantó las cejas sorprendido, lo había olvidado.
―Oh sí, dejen sus libretas en el escritorio y pueden salir. Las entregaré mañana. Había olvidado revisarlas tendré que quedarme a hacerlo, ¿Alguien que se ofrezca a ayudarme? ― dijo bromeando y riendo.
―Yo lo haré―contestó la voz al frente. Harry se tensó un poco, su espalda quedando inmóvil ante la reconocible voz.
Miró a Lexy sorprendido pero no dijo nada. Los alumnos comenzaron a dejar las libretas en el escritorio y salían. El aula quedó vacía a excepción de Harry y Lexy. Al ver, que ella no se había movido ni un centímetro cerca de la salida, Harry habló.
 ―Estaba bromeando señorita Vane, vaya a comer―le dijo esbozando un pequeña sonrisa amable.
―Pero yo no, somos demasiados profesor. Sería un placer ayudarle, de todos modos no tengo mucha hambre― se encogió de hombros.
―No tiene porque  ayudarme, es mi trabajo revisar.
―Lo sé, pero esta será mi buena acción del día. Ahora deje de hablar y dígame como lo ayudo.―sonrió arrastrando su escritorio posicionándolo hasta llegar al lado del de Harry y tomo asiento. Harry dudoso, hizo lo mismo.
No lo creía, ¿Acaso Lexy Vane, su problemática y altanera alumna se había ofrecido ayudarle? ¿Se sentía ella bien? Estaba realmente sorprendido, hubiese esperado la ayuda de cualquiera pero menos de Lexy. Quizás, no era tan mala después de todo como él pensaba.
―Mire, estas son las respuestas―le tendió una hoja con su manuscrito―Sólo revise que sea la misma respuesta aunque esté redactado de diferente manera. Lo importante es que den a entender lo mismo.
Lexy asintió. 
―Entiendo, ¿Con qué califico?
―Aquí tiene―le dio su bolígrafo rojo.
―Gracias…me gustan sus tatuajes profesor Styles―le murmuró Lexy y Harry la miró sin expresión alguna.
― ¿Qué? 
―Ya sabe, ¿El otro día en el bar? Vi las golondrinas y la mariposa, además de la cruz pequeña que tiene aquí―dijo y su dedo índice presiono suavemente sobre la mano de Harry donde tenía la cruz tatuada.
―Uh…gracias―dijo algo incómodo.
― ¿No le dijeron nada en la escuela? ¿No está prohibido?
Harry río.
―Es 2014, señorita Vane.  Los tatuajes no discriminan  a una persona, así como su religión, color de piel o raíces.
 ―Es cierto, es solo que…es raro. Es demasiado serio y formal y…tiene tatuajes.
―Lo soy, pero para mí es la forma de recordar sucesos importantes en mi vida.
Lexy asintió sonriendo y continúo revisando.
Al menos, había conseguido hablar un poco y saber más sobre el profesor Styles, parecía tan misterioso y ella le intrigaba demasiado. ¿A quién no? ¿A qué alumna no le gustaría saber más sobre su apuesto profesor?
Mientras Lexy seguía revisando, Harry se puso de pie. Ella le observó asomarse por la puerta y hablarle a un chico que caminaba por el pasillo. Después de eso, regresó a revisar.  
Minutos después el chico tocó a la puerta, Harry elevó la voz avisándole que pasara y entró. Con dos botellas de té helado y emparedados de la cafetería.
―Muchas gracias, aquí tienes―le dio algunos billetes.
―De nada, hasta luego. ―salió rápido de ahí.
Harry colocó en el escritorio de Lexy un emparedado y una botella ella le miró frunciendo el ceño.
 ―Vamos, tiene que comer algo―dijo amablemente.
 ―No tenía porque, profesor.
 ―Tú no tenías porque ayudarme y lo hiciste. Ahora estamos iguales―sonrió.

***
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